Primero fue la sedición y ahora la malversación. ¿Dónde está el límite de Pedro Sánchez para permanecer en Moncloa un día más?

Recientemente, el presidente del Gobierno reformaró el delito de sediciones. Es decir, el delito perpetrado por los indepes catalanes que acabaron en la cárcel y así, Sánchez rebautizó dicho delito (a don Pedro le encantan los eufemismos) como, atención, "desórdenes públicos agravados", cuyas penas, además, se homologarán, "más o menos", con Europa.

Ahora, don Pedro se centrará en eliminar la malversación medial de nuestro ordenamiento –esto es, el desvío de fondos públicos para un fin diferente del inicialmente previsto que no suponga «lucro» personal de sus responsables–  para indultar definitivamente el procés catalán. Y, lo hará a cambio de introducir un nuevo tipo penal en la norma que prevé penas de un máximo de tres años de cárcel y pena accesoria de multa e inhabilitación de hasta siete para aquellos cargos y autoridades que, en el ejercicio de su mandato, se enriquezcan en más de 250.000 euros y no sean capaces de justificarlo. El PSOE presume de honrado y se erige así en azote de los corruptos, se diría que más incluso que los propios jueces.

Y encima, presumen de honrados: el PSOE crea un nuevo delito por "enriquecimiento ilícito" penado con hasta 3 años de cárcel, para políticos o altos cargos que no logren explicar el incremento de su patrimonio personal 

Pero, lo que no nos explican desde el Ejecutivo Sánchez es que la malversación no depende de si un político o alto cargo se enriquece personalmente o si esos fondos van a parar al propio partido o a fines relacionados con dicho partido. En otras palabras, no se trata de que si robo para mí, soy un corrupto y si robo para el partido soy un héroe. Porque si se malversan fondos para el partido y esa formación política mantiene en su cargo a la persona que malversa, qué diferencia hay con que el individuo en cuestión se hubiera -dicho comunmente- metido el dinero en sus bolsillos. De una u otra forma el presunto malversador ha administrado fraudulentamente caudales públicos, que es lo de lo que se trata el asunto. Lo llame Sánchez como lo llame. Se invente uno o mil delitos distintos. 

Para entendernos, estamos ante un nuevo sofisma Sánchez. El delito de malversación consiste en sustraer fondos públicos para fines privados, ya sean personales o corporativos. En el caso de los separatistas catalanes, el procés, y en el caso de los ERE de Andalucía, el PSOE andaluz. ¿Que no hubo lucro personal, como argumenta la izquierda? pues enhorabuena a los premiados, pero no cuela, porque en ambos casos sí se aprovecharon de la malversación, por ejemplo, para hacer uso de su poder político y/o para perpetuarlo.

A más a más, con esta reforma del delito de malversación se trataría de que ni Puigdemont ni Junqueras ni ninguno de los implicados en el referéndum del 1-O tuvieran que pagar nada. Vamos, que se irían de rositas. Se trata, por tanto, de aplaudir a los separatistas catalanes del procés y de liberar a los corruptos socialistas de Andalucía, a Junqueras y Cía, y a Griñán y Chaves, condenados por el mayor caso de corrupción de la democracia española.

Al final, lo cierto es que con ello -tanto con la reforma del delito de sedición, como con el de malversación- se consuma otra cesión del PSOE en principios para mantenerse en el poder con los 13 votos de ERC . Sánchez es el arquetipo de la famosa frase de Groucho Marx: "Estos son mis principios pero si no le gustan tengo otros".

Mientras, por todas estas reformas, Alberto Núñez Feijóo ha asegurado que desde 'Génova' no se quedarán "callados" ante lo que consideran que es una "deriva autoritaria". También ha adelantado que presentarán los recursos de inconstitucionalidad que procedan y denunciarán "la toma de instituciones" ante la Unión Europea.

Por su parte, el presidente de Vox, Santiago Abascal, ha anunciado que su partido presentará una moción de censura contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por su "asalto al Poder Judicial".