Interesante artículo el de Ricardo Seguí sobre Mater Populi Fidelis, el nuevo exabrupto del "Fenómeno Tucho", el prefecto del Dicasterio para la doctrina de la Fe, cardenal Víctor 'Tucho' Fernández. Se titula Mater Populi Fidelis y no hace falta que se lo lean. La cosa es muy sencilla: dice que sería un error conceder el quinto dogma mariano, María Corredentora. 

Pero sin entrar en el fondo de la cuestión, tiempo habrá, este nuevo feo a la Madre de Dios, resulta un poco chapucero. Seguí se lo explica. En el presente caso, 'Tucho', nombrado por su amigo Francisco pero a quien León XIV ha mantenido en el cargo.

Pasen y lean:

Cuando ayer se publicó el documento Mater populi fidelis, del DDF, vi los titulares de algunos periódicos y me parecieron imprecisos. Tras unos años sin leer nada que saliera del Vaticano, decidí leer por mí mismo este documento y formarme un juicio propio, a pesar de mi escasa teología, y de mis prevenciones. Esta tarde he acometido la tarea, confiado, además, en que el documento es más bien corto. Lo he descargado de la página web del Vaticano.

De entrada, la expresión “Mater populi fidelis” me resulta chocante, porque es ambigua. Literalmente, admite ser traducida por “Madre del pueblo fiel” y por “Madre fiel del pueblo”. Añadiré que la segunda traducción me parece mejor que la primera, por pura experiencia con la lectura del estilo latino habitual. Por eso he sentido curiosidad y he visto que la fórmula le es atribuida a San Agustín (aunque sin entrecomillar). El caso es que he buscado la fuente, que es la Patrologia latina de Migne, tomo 40, columna 399 (adjunto la página). Es muy fácil dar con ello por internet. Pues bien, mi sorpresa es que esa expresión no aparece ahí, ni nada que se le parezca. Ni aparece en ningún lugar de ese volumen del Migne. Para colmo, un amigo me dice que Copilot tampoco encuentra eso, ni siquiera en todas las obras de San Agustín.

O sea, se lo han inventado. Digo yo, que quizás para dar gusto al nuevo jefe, a León XIV, por lo de agustino. Luego, para rematar, en el número 76 del documento parece que el Dicasterio se propone explicar ese abuso, pero lo que consigue es enredarlo más, pues las abundantes referencias en pie del breve texto no son siquiera remisiones a fuentes de San Agustín, sino, sobre todo, citas del papa Francisco, una de Benedicto XVI y otra de León XIV. Textos, por lo demás, de un valor doctrinal muy variado. Por supuesto, “Madre del pueblo fiel” es una expresión que, aquí, no se atribuye a nadie.

Estas cosas son menudencias, pero me irritan. Y creo que desdicen de un documento medianamente serio. Me estoy esforzando por expresarme con mesura. Lo que ese abuso anuncia es que el texto ha sido confeccionado con poco rigor y seriedad. Lo malo es que luego he confirmado ese anuncio. He pasado a la lectura, y he podido aguantar solo hasta la página sexta. No puedo más. Las trampas son tan patentes que me vuelven a irritar y confirman mis primeras impresiones. Solo haré dos observaciones sobre lo leído.

Hay una deliberada, una calculada omisión de fuentes: como cuando se deja caer que algunos papas han hablado de María Corredentora, pero sin decir quiénes ni con qué argumentos. Me parece el colmo de la indignidad que digan que Juan Pablo II habla varias veces de María Corredentora, sin hacerle ni caso, mientras que, a continuación, subrayan la posición negativa de Ratzinger (ni siquiera de Benedicto XVI), y la desarrollan con detalle, en textos de variado valor y nivel. Juegan en esos párrafos a manejar la estima que los fieles tenemos a Benedicto XVI, como para echarnos en cara que incluso nuestros “amigos” se oponen al título de Corredentora para la Virgen.

Más aún. No puedo aceptar ese tono de condescendencia del documento con la piedad popular. La Virgen es, para este documento, simple fruto de esa piedad crédula, que no es doctrinal ni teológica, sino solamente afectiva y social. Parece que, para estos monseñores, la Virgen es un remedo de la auténtica fe madura (y sinodal) para gente ingenua e infantil. La Virgen es solo cosa de niños.

El planteamiento es de muy escaso nivel, en cuanto que constituye una manipulación y una tergiversación explícita de la tarea intelectual (al margen -pues yo en eso no tengo competencia- de su valor teológico). Son argumentos capciosos, tramposos, deformados adrede para conseguir llevar al lector a la conclusión preestablecida. No puedo leer más, porque no me interesa más todo eso. Un desastre.