“Mi situación actual es el resultado de una relación que empezó con proyectos compartidos y muchas ganas de construir una vida juntos. Pero, con el tiempo, la convivencia se volvió inestable. Ella comenzó con episodios de depresión que fueron escalando: primero aparecieron las autolesiones, luego los cortes, después empezó a romper cosas en la casa y, más tarde, llegaron los episodios de violencia hacia mí: golpes, gritos, destrucción de mis pertenencias, rotura de mi ropa y amenazas constantes de que se iba a quitar la vida. Ese desgaste fue convirtiendo el día a día en un entorno insostenible”. Así comienza Jonatan Tossetti el relato de su caso a Hispanidad, como víctima de violencia femenina, si equiparamos lo que ha vivido, a la situación que habría sufrido una mujer maltratada.
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Su experiencia llegó a su punto álgido “la noche del accidente. Ella estaba destrozando la cocina y, al intentar contenerla para evitar que se hiciera daño o empeorara la situación, me clavó un cuchillo. La herida que tengo es una herida defensiva: si no levanto el brazo, ese cuchillo me lo clava directamente en el cuello. Después del corte, la sangre era tanta que pensé que no llegaría vivo al hospital. Me sujeté el brazo con una toalla, salí como pude a la calle y pedí ayuda. La policía me auxilió de inmediato y me llevaron a urgencias. No perdí el brazo por apenas cinco centímetros. Actualmente, tengo 50 puntos de sutura”.
Jonatan, que se gana la vida como cocinero, explica que “la lesión fue gravísima: daños en nervios, pérdida de movilidad y sensibilidad. Desde entonces he pasado por cuatro operaciones en siete meses, incluyendo la extracción de un nervio de mi pierna para intentar reconstruir el brazo izquierdo, que además es mi mano hábil. Hoy sigo luchando para recuperar cerca de un 60% de movilidad. Estoy discapacitado de por vida y, psicológicamente, destruido”. Mientras ella, afirma Jonatan, "sigue haciendo su vida normal".
Jonatan se pregunta por qué con todas las pruebas que ha presentado, tras denunciar a su expareja, aún no ha comenzado el juicio.. ¿será porque soy hombre?: “La ley no está hecha para los hombres. El hombre ha perdido la presunción de inocencia”
¿Y qué ocurrió una vez que él presentó una denuncia contra ella por lo sucedido? Anteriormente a este episodio “ella nunca me denunció, pero, tras denunciarle él por haberlo acuchillado, “ella presentó denuncias falsas contra mí. Cuando me informaron que su situación podía derivar en una pena de cárcel, decidí retirar mi denuncia. En ese momento yo estaba completamente solo: no hablaba con nadie, mentía a mi familia, a mis amigos y a mi entorno entero, tratando de ocultar lo que pasaba y protegiéndola a ella. Me aislé tanto que terminé buscando apoyo en la misma persona que me había maltratado durante meses”.
Actualmente, el proceso judicial sigue abierto, nos cuenta este hombre. Ella está denunciada y la causa continúa en trámite, pero no avanza. Presenté todos mis informes médicos -tanto físicos como psicológicos- y desde hace meses estoy a la espera de que el juzgado me cite con un médico forense para evaluar oficialmente los daños físicos y mentales derivados de la agresión. No he recibido ayuda de ningún tipo, ni psicológica, ni médica. Las cuatro operaciones a que me he sometido, las he pagado yo.
No entiendo cómo, por ejemplo, en el caso de una amiga mía, ella denunció a su pareja por acoso -simplemente por acoso-, y, casi automáticamente recibió un año de psicólogo gratis. Yo, tengo que pagarme de mi bolsillo dos sesiones semanales, a 60 euros la sesión.
¿Qué alega ella en su defensa cuando yo la denuncio?
Cuando yo la denuncié, su declaración fue contradictoria. Primero admitió la agresión, pero posteriormente aseguró que no recordaba lo ocurrido.
Durante la audiencia, incluso la jueza parecía más centrada en detalles menores -como un pendiente que a ella le faltaba o una leve marca en su mejilla- que en la gravedad de mi lesión, pese a que yo acudí con un brazo prácticamente destrozado y con informes médicos muy claros.
En ese momento me sentí totalmente desamparado.
Jonatan cuenta con varios testigos presenciales que vieron cómo ella “me agredía en la calle en ocasiones anteriores, y constan tres denuncias previas que en su momento retiré porque ella me manipuló emocionalmente.
Incluso cuando retiré la denuncia por la puñalada, el fiscal decidió seguir adelante con la causa debido a la gravedad de los hechos, y fue entonces cuando presenté todo mi historial médico, quirúrgico y psicológico.
Durante la audiencia, incluso la jueza parecía más centrada en detalles menores, -como que a ella le faltaba un pendiente o que tenía una leve marca en su mejilla-, que en la gravedad de mi lesión, pese a que yo acudí con un brazo prácticamente destrozado y con informes médicos muy claros
Todo esto ocurrió en un contexto personal muy difícil para mí: trastornos del sueño, ansiedad, medicación que no toleraba bien, y un aislamiento total. No hablé con nadie durante los primeros dos meses después del accidente, lo que empeoró aún más la situación.
Su familia -la de la mujer- tampoco se hizo cargo de la situación. La madre llegó a decirme que no iría a San Sebastián porque su propia hija la trataría igual o incluso peor de lo que me trataba a mí.
Respecto al trato de las autoridades cuando acudí a denunciar, se mantuvieron bastante neutrales. No sentí un trato negativo, pero tampoco un acompañamiento claro. Fue un proceso frío, mecánico, en el que simplemente relaté lo ocurrido y seguí los pasos que me indicaron.
Que mi historia sirva para abrir una conversación honesta sobre la violencia que también pueden sufrir los hombres, algo de lo que casi no se habla y que muchas veces se vive en silencio, con vergüenza y sin apoyo
¿Y cómo se siente un hombre maltratado como Jonatan?: “A nivel emocional, lo que estoy viviendo es una mezcla de dolor, frustración, tristeza… pero también una enorme determinación por salir adelante. Estoy reaprendiendo a vivir con una limitación en mi mano izquierda, adaptándome cada día, trabajando en terapias y reconstruyendo mi vida desde cero”.
De cara al futuro, mi objetivo es sencillo pero profundo: recuperar la mayor movilidad posible, volver a trabajar con dignidad, rehacer mi vida y que mi historia sirva para abrir una conversación honesta sobre la violencia que también pueden sufrir los hombres, algo de lo que casi no se habla y que muchas veces se vive en silencio, con vergüenza y sin apoyo.