Poco antes de mi llegada al mundo, mi padre tenía en su pequeña granja unas 300 gallinas. Los animales caminaban libres por el suelo, hozaban y picoteaban a su antojo ... todo muy idílico, a priori. Pero muchas gallinas morían. Los animales pisaban y picoteaban entre la suciedad y sus propios excrementos, había huevos sucios y se desarrollaban enfermedades.
Por eso se llevó a cabo la operación que se vino a llamar "del suelo a la jaula". Las gallinas estuvieron desde entonces en pequeñas jaulas, lejos del peligro para su salud y la de sus huevos, que suponían la suciedad, el estiércol y el posible contacto con otros animales.
Con el paso de los años, la tecnificación llevó a mejorar la habitabilidad de esas gallinas. Ahora apenas hay bajas y enfermedades, las gallinas están tranquilas y los huevos salen limpios.
Los habitáculos donde residen hoy en día los animales, las mal llamadas "jaulas", consisten en una superficie enrejada para cumplir la doble función de, por un lado, servir de suelo firme y, por otro, impedir que las gallinas estén en contacto con sus propias heces. El resto son cuatro paredes con oquedades y techo, como son por otra parte los departamentos donde residen los animales de la especie homo sapiens.
Pues bien, llegados a este punto de bienestar y tranquilidad de las gallinas y bioseguridad y tranquilidad para los consumidores, desde agendas ideológicas del seno de la UE se ha determinado que las mal llamadas "jaulas" deben llegar a su fin y que las gallinas deben ser "libres" y "felices" (sic).
¿Y quiénes pregonan este retroceso erróneo e iluso? Pues evidentemente grupos de presión ecologistas - ahora sabemos que en buena parte subvencionados por la propia UE - que desde su desconocimento del manejo de los animales y desde su sectarismo ideológico han llegado a lograr la hegemonía sobre lo que se considera el sentido común en esta materia.
¿Y qué se deriva de ello? Pues que las cadenas de supermercados e hipermercados - a las que les da lo mismo Juana que su hermana - se suben alegremente al tren del "bienestar animal" y de las "gallinas felices" y vetan los huevos producidos en las mal llamadas "jaulas".
¿Y cuál es la consecuencia de esto? Pues que los granjeros, entre el veto comercial a sus huevos y el miedo a una nueva legislación que prohiba las mal llamadas "jaulas", se están viendo obligados en estos últimos años a suprimir sus instalaciones para sustituirlas por los sistemas alternativos: las llamadas "gallinas en suelo", "gallinas camperas" o "gallinas ecológicas".
Pero la realidad se ríe de las ideologías, como el destino de las probabilidades. Porque ... ¿qué ocurre cuándo aparece un virus de alta patogenicidad como el de la gripe aviar? Pues que los animales más expuestos al contacto con aves silvestres tienen muchísimas más posibilidades de infectarse y, por ende, de morir o ser sacrificados. De cajón.
El riesgo para el ser humano por comer huevos de un animal contagiado es ínfimo, pero es posible contraer el virus por el contacto con un animal contagiado vivo o muerto o con sus heces. Y por eso cuando aparece un caso positivo en una explotación es obligatorio sacrificar a toda la manada
Ahora estamos viendo cómo en Europa y otras partes del mundo la epidemia se está difundiendo. Son muchos los contagios entre aves silvestres y el viaje de las aves migratorias está extendiendo la enfermedad de manera exponencial.
En España hasta este año había muy pocos casos, pero en 2025 todo ha cambiado. Y ha ocurrido lo que más se temía: el virus ha entrado en granjas y ha obligado al sacrificio de todos los animales. En el último mes, se han registrado varios focos, que han llevado al sacrificio de nada menos que dos millones y medio de gallinas. Y en Europa y América están igual o peor.
El riesgo para el ser humano por comer huevos de un animal contagiado es ínfimo, pero es posible contraer el virus por el contacto con un animal contagiado vivo o muerto o con sus heces. Y por eso cuando aparece un caso positivo en una explotación es obligatorio sacrificar a toda la manada.
La situación que estamos viendo aquí en España ocurrió en EEUU hace unos meses. Allí se sacrificaron más de cien millones de gallinas, la inmensa mayoría en los llamados sistemas alternativos: "gallinas en suelo", "gallinas camperas" y "gallinas ecológicas". Y aquí está ocurriendo lo mismo.
Pero aunque la causa primera de la enfermedad sea el contacto con aves silvestres contagiadas y para ello las posibilidades son muchísimo mayores en los llamados sistemas alternativos - esos a los que nos quieren llevar los lobbies ecologistas y sus apologetas de la UE -, lo cierto es que ahora que el virus ya está aquí nadie puede decir que está totalmente libre de peligro. La proliferación de casos hace que el virus ya esté instalado y circulando, amenaza con convertirse en endémico y, aumenta las posibilidades de contagio por nuevos vectores de propagación hacia las granjas que hasta ahora parecían marginales: camiones de recogida de cadáveres, vehículos de recogida de estiércol, pajarillos atraídos por el pienso, camiones de pienso, presencia de veterinarios que visitan otras explotaciones, equipos de personas encargadas de entrar pollitas jóvenes o sacar gallinas viejas y que van por distintas explotaciones, técnicos de mantenimiento y reparación de las instalaciones que visitan diferentes granjas ...
En definitiva, en este punto en el que nos encontramos, ni siquiera quienes tenemos las gallinas en esos compartimentos mal llamados "jaulas" estamos libres al cien por cien de contraer la enfermedad en nuestros animales. Aunque, evidentemente, las posibilidades de ello son muchísimo menores que en los sistemas de "bienestar animal" y "gallinas felices" a los que nos quieren llevar ecologistas o/y políticos.
Y claro ... como éstos se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, ahora resulta que prohiben en España la presencia de aves de corral al aire libre. Ahora se dan cuenta ... ¡qué escándalo, aquí se juega! Y obligarían también, si les fuera posible, a meterlas en las malditas jaulas para que no estuviesen sueltas. Seguro.
Además de todas esas gallinas muertas - cuya muerte a los ecologistas y a sus corifeos bruselenses no parece importarles mucho, pues no se sienten conminados a dar ni un paso atrás en su agenda ideológica -, está el asunto de la subida del precio de los huevos
Desde luego, si todas las gallinas estuvieran "maltratadas" en las dichosas jaulas - y TODOS los que manejamos gallinas desde hace décadas sabemos que es así - no se habrían matado en España más de dos millones de gallinas, las condiciones de salubridad de las gallinas serían óptimas, la bioseguridad para los consumidores de huevos sería insuperable y el precio del huevo estaría muchísimo más bajo.
Y ése es el otro asunto. Además de todas esas gallinas muertas - cuya muerte a los ecologistas y a sus corifeos bruselenses no parece importarles mucho, pues no se sienten conminados a dar ni un paso atrás en su agenda ideológica -, está el asunto de la subida del precio de los huevos. Como no puede ser de otra manera, la ausencia de millones de gallinas ponedoras vivas tiene como consecuencia el menor número de huevos en el mercado y la subida considerable de su precio. Y esto sí que es algo que preocupa a los funcionarios de Bruselas, no la vida de todas esas pobres gallinas, que se la trae al pairo.
El precio de los huevos ha llegado a este punto y a corto o medio plazo no bajará. En todo caso, subirá más si la crisis se agrava.
Entretanto, los granjeros seguiremos trabajando lo mejor que podamos - si nos dejan -, hemos extremado las medidas de bioseguridad para proteger a nuestros animales y hemos contratado - quienes no lo habíamos hecho - un seguro de vida de las gallinas, por lo que pudiera venir. Todo esto ha incrementado nuestros gastos. Eso sí, mentiría si dijese que esos gastos llegan a la cuantía de lo que ha subido el precio de los huevos. No. Nuestros ingresos han aumentado sensiblemente. De la misma manera que estamos envueltos en una lotería del miedo en la que a cualquier granjero le puede tocar la desgracia, en la que casi todos ganamos algo y al que le toque pierde todo. Así de crudo.
Quiero terminar volviendo al principio. Los cuidadores de gallinas hemos seguido durante décadas un camino de tecnificación que ha llevado a que las gallinas vivan más y más tranquilas, a que haya menos peligros y enfermedades y a que la calidad y la seguridad alimentaria para los consumidores haya alcanzado la más alta cosa dentro de lo posible. Y, créanme, los ganaderos no queremos que nuestros animales estén mal o se mueran.
Los que no saben realmente las consecuencias de lo que quieren son quienes imaginan un futuro rosa de gallinas "libres" y "felices". Y después vemos que, lo que el lobby ecologista propone y el politburó de Bruselas dispone, luego llega la realidad y lo descompone. Porque, como decía aquélla, se puede ignorar la realidad, pero no se pueden ignorar las consecuencias de la realidad. En fin, la vida.
Vicente Betrán, responsable de la empresa familiar Granja Betrán, de Jaca