El Papa Francisco ha bromeado, y no mal, sobre la premier italiana, Giorgia Meloni. Asegura que los que rezan porque se vaya al Cielo son unos gafes, porque se han equivocado. 

Esto recuerda la ocasión en la que los medios mexicanos anunciaron la muerte del escritor Octavio Paz. Este convocó una rueda de prensa y afirmó: "No es una noticia falsa, es una noticia precipitada".

Pues eso: el Papa Francisco tiene 88 años y cada vez más molestias físicas. ¿Acaso puede ignorarse la hipótesis de su muerte, aunque deseándole que viva lo que Dios quiera? Pues es lo lógico, como lo sería en cualquier persona de su edad y estado de salud. Para un católico, la muerte es la amiga que nos traslada a un mundo mejor, a la vida perdurable. Y si no, no eres católico.

Ahora bien, en el caso del Papa Francisco hay mucho más.  

Lo suyo ha sido un Papado polémico. Así, a San Juan Pablo II le tocó lidiar con el comunismo que controlaba más de la mitad de la humanidad cuando accede al papado (1978) y venció a la dictadura del proletariado sin disparar un solo tiro. Ahora su etapa final se caracteriza por lo que el mismo Francisco calificó como la III Guerra Mundial por etapas. 

Es una guerra permanente a la que hay que unir los enfrentamientos civiles constantes. Aumenta la violencia en el mundo, la bélica y la callejera y si pudiera medirse, yo creo que aumenta la mala leche del personal. El nuevo Papa tendrá que lidiar con ello.

En cualquier caso, nadie es capaz de detener esta III Guerra Mundial de todos contra todos, donde no está claro dónde está la línea de fuego. Entre otras cosas porque no hay dos bandos, sino muchos. 

La razón está clara: el mundo ha huido de Cristo y estas son las consecuencias.

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