"La ventana para actuar se está cerrando rápidamente", asegura un tal Lula da Silva, otro rojiverde, como hay que calificar a los viejos comunistas que como lo del materialismo dialéctico no da para más, han decidido pasar a la ecología, que a mí es que me encantan estas urgencias verdes... verdaderas necedades ecologistas pronunciadas con la boca redonda y a la que muy pocos se atreven a contradecir... todavía. Bueno, uno es Donald Trump quien ha calificado el cambio climático como una de las grandes estafas de la humanidad -tiene razón- pero sin reparar en el hecho de que el nuevo ecologismo no es más que marxismo disfrazado de panteísmo. Antes luchábamos por la dictadura del proletariado, pero eso ya no cuela, así que ahora luchamos por salvar al planeta e incluso con el fervor panteísta de adorar a Gaia, la madre tierra, y de paso a la Pachamama.

En serio, escuchen si no, al anfitrión del nuevo COP en Brasil, es decir, al vengativo Lula da Silva, quien ha defendido el cínico embuste de que la lucha por los pobres y el cuidado del planeta son una misma cosa y quien lo niegue es un fascista de tomo y lomo. Miren ustedes: unir el avance social con el cuidado del planeta, es algo parecido a unir el fuego con la gasolina, ambas cosas pueden ser maravillosas pero conviene tenerlas separadas.

Además, no olviden que si hablamos de contaminar y asignamos responsabilidades por gobiernos, China es el país que más contamina del mundo, casi un tercio de maléficas emisiones del todo el mundo mundial viene de Pekín casi el triple que Estados Unidos. Pues bien, China es el jefe de Lula, presidente no ejecutivo de los BRICS (Brasil, Rusia India, China y Sudáfrica) los que quieren destruir el Occidente libre, y donde el CEO, el que manda de verdad, es Xi Jinping.

En definitiva, la COP de Brasil no es más que la nueva Internacional comunista.  

Y luego está la coña del sentido de urgencia de la religión climática. Volvamos a Lula: estamos a punto de perder el último tren, se está cerrando la última ventana, el desastre llegará en menos de 10 años y será irreversible... dijeron hace 30 años y continúan diciéndolo.

Pero lo más grave es esto: dado que el primer mandamiento de la religión climática es que el demonio es el hombre, el contaminante, el destructor, el depredador, lo que hay que hacer es reducir la humanidad. La COP ofrece la misma solución de siempre: reducir la población para salvar al planeta. Es el nuevo escenario de la sociedad del aborto: no tengas hijos, que contaminas demasiado.

Ahora, sin pistas, piensen un poco en la consecuencias que ese planteamiento tiene en política, economía, ciencia, sociedad, en cualquier campo... y comprobarán cÓmo la sociedad actual se suicida. 

Y encima, de esta forma, tampoco salvarán al planeta, cuyo salvamento, por cierto, me importa un pimiento.

Porque tratamos con magnitudes que superan con mucho las posibilidades humanas, como aquel famoso proyecto de Pedro Sánchez: un pacto de Estado contra el cambio climático, como si un acuerdo PSOE y PP pudiera cambiar, mismamente, la órbita de la tierra alrededor del sol.

Y la segunda contradicción: la ecología es la ruina de la economía, no su complemento, como afirma Lula. Es una estafa que conduce a la miseria a muchos sectores, empezando por el sector primario. Pero claro, hay que salvar al planeta.

Todos idiotas.