El Papa sigue sin hacer cambios, sobre todo en los dos puestos más esperados: Dicasterio para la Doctrina de la Fe, regido por el fenómeno Víctor 'Tucho' Menéndez, y la Secretaría de Estado vaticano, con Pietro Parolin al frente, que sigue trabajando por el multilateralismo y que, mismamente, en España, ha tragado con la profanación del Valle de los Caídos, perpetrada por Pedro Sánchez y aceptada por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid... quien, encima, lo ha planteado como todo un éxito.
Y entonces suceden cosas como las siguientes:
1.Que la misa tradicional seguirá con las restricciones impuestas por Francisco, a pesar de que Benedicto XVI había dado completa libertad para elegir entre rito tradicional y rito moderno y todo el mundo se había quedado tranquilo.
Es decir, el liberador fue Benedicto XVI mientras Francisco fue quien coartó la libertad de elección. Pues bien, León XIV no ha vuelto a la apertura sino al candado, con sanciones incluidas.
¿Una cuestión litúrgica y, por tanto, menor? ¡De eso nada!, que estamos cerca del cambio de ciclo y ese cambio vendrá marcado por la abominación de la desolación. El demonio anda suelto y no quiere destruir la Iglesia, quiere ser adorado en la nueva Eucaristía 'liberadora'. El debate litúrgico no es importante: es lo más importante.
2.Quizás lo más importante, hasta el momento... Nadie en el Vaticano deja claro que está muy bien que Francisco se acercara a los homosexuales, claro que sí. Los católicos debemos acoger a los gays con afecto (tal y como predica el catecismo de Juan Pablo II) pero no debemos ni podemos cambiar la ley natural y el Catecismo asegurando, o dando a entender a los poco informados, que la Iglesia aprueba la homosexualidad... porque no es verdad.
Esa aclaración ha quedado en el aire con Francisco y continúa en el aire con León. Una indefinición que está provocando una confusión que ríase usted.
3.Mas asignaturas pendientes. El camino sinodal ha conseguido batir un récord histórico en la Iglesia; ha conseguido convertirse en un camino que se ha terminado antes de iniciarse. Algo parecido a la empresa española Santa Bárbara, que cuando era propiedad del Estado consiguió el insuperable récord de cosechar unas pérdidas inferiores a sus ingresos.
Nadie se atreve a decir que el emperador va desnudo, que el Sínodo de la sinodalidad sinodalizada fue una tontuna, eso sí, tontuna global, de democratizar una Iglesias que jamas será democrática porque está regida por el Espíritu Santo. Recuerden la genialidad de Asterix: "esto de que los dioses se comporten como si fueran amos tiene que acabarse". Pues eso.
4.También seguimos sin aclarar el panteísmo climático que nos asola. Desde el punto de visa filosófico, la ecología con la que ha coqueteado el Vaticano desde la firma del Acuerdo de París (diciembre de 2015) roza el panteísmo, con su veneración ante el planeta. A veces parece que la Iglesia se ha echado en manos del panteísmo verde, que adora al planeta y considera que el número de seres humanos debe disminuir, no vaya a ser que Gaia, la diosa tierra, y hasta la mismísima Pachamama sufran muchísimo por mor del hombre depredador.
Porque, además, este punto alberga una cierta coña, dado que el mundo se ha dado cuenta, justo ahora, de que la ecología nos conduce a la ruina. Cuando aprieta la guerra y la consiguiente crisis económica, la humanidad manda a freír espárragos las cumbres COP y, con ellas, al planeta tierra, y decide que primero es la humanidad y luego el puñetero suelo que pisa.
Y esto es bello e instructivo porque, una vez más, el Vaticano ha corrido detrás del mundo y cuando el mundo se da la vuelta, la Curia continúa corriendo, con paso firme, hacia el precipicio.
¿Cómo afrontará León XIV estas cuatro asignaturas pendientes? No tengo ni idea, pero se lo está tomando con mucha calma.