Cada año se diagnostican en España más de 78.000 nuevos casos de cáncer de piel. Aunque la mayoría corresponden a tipos menos agresivos a nivel sistémico como el carcinoma basocelular o la incidencia del melanoma —el más grave y con mayor potencial de metástasis— sigue creciendo de forma preocupante. En los últimos treinta años se ha duplicado su frecuencia y todo apunta a que esta tendencia no se ha frenado.
Según datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), una de cada cinco personas tendrá algún tipo de cáncer cutáneo a lo largo de su vida. Este aumento se explica, en gran medida, por los hábitos de exposición solar sin protección que se arrastran desde la juventud.
Según datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), una de cada cinco personas tendrá algún tipo de cáncer cutáneo a lo largo de su vida
Es aquí donde la prevención puede marcar la diferencia y donde la comunidad médica lanza un mensaje claro: la piel tiene memoria y cada quemadura solar deja huella.
“La exposición solar acumulada es el principal factor de riesgo evitable”, advierte el doctor Diego Soto, dermatólogo del Hospital Quirónsalud Miguel Domínguez. Protegerse del sol evitando quemaduras desde la infancia y mantener buenos hábitos a lo largo de la vida es fundamental para frenar la aparición tardía de este tipo de cáncer.
El falso ‘callo solar’: un peligro que se extiende
En los últimos años ha circulado por redes sociales el término "callo solar", una creencia que sostiene que tomar el sol sin protección ayuda a curtir la piel y evitar cánceres posteriores. Esta idea, sin ninguna base científica, ha calado especialmente entre los más jóvenes, que priorizan el bronceado sobre la salud cutánea. Esta creencia no solo carece de fundamento, sino que puede resultar peligrosa. Fomentar la exposición solar sin protección aumenta el riesgo de quemaduras repetidas y acelera la acumulación de daño que, a largo plazo, puede traducirse en distintos tipos de cáncer de piel.
Y no solo eso: la exposición intensa y repetida al sol acelera el envejecimiento cutáneo, con aparición prematura de arrugas, pérdida de elasticidad y manchas. Prácticas como el “callo solar” tienen también un impacto estético visible desde edades tempranas
La fotoprotección, un hábito diario
A pesar de que muchas personas asocian el protector solar únicamente con aplicar crema en la playa o la piscina, la fotoprotección es un conjunto de medidas para exponerse a la luz del sol de la forma más saludable posible y que permite realizar sin riesgo actividades al aire libre que son beneficiosas.
Algunas medidas básicas de fotoprotección incluyen evitar la exposición solar en las horas centrales del día -entre las 12 del mediodía y las 4 de la tarde en verano-, consultar el índice UV antes de realizar actividades al aire libre, utilizar ropa de tejidos tupidos y colores oscuros y cubrirse con sombreros de ala ancha y gafas de sol con filtro homologado. También es importante recordar que la radiación ultravioleta (UV) está presente incluso en días nublados o fríos, y su efecto acumulativo es el que produce mayor daño.
Algunas medidas básicas de fotoprotección incluyen evitar la exposición solar en las horas centrales del día -entre las 12 del mediodía y las 4 de la tarde en verano-, o consultar el índice UV antes de realizar actividades al aire libre
Respecto a las cremas solares, se recomienda elegir un fotoprotector de amplio espectro (UVA y UVB), con un factor de protección solar (SPF) de al menos 30. Es fundamental aplicar una cantidad generosa y reaplicar cada dos horas, o después del baño o de sudar.
En un contexto donde el cáncer de piel sigue en aumento, actuar con sentido común y basarse en la evidencia científica es la mejor forma de cuidarse. Los buenos hábitos de hoy son la mejor garantía para la salud cutánea del mañana.