La vida de una mujer está marcada por distintas etapas biológicas, y una de las menos conocidas, pero más significativas, es la perimenopausia. Este periodo de transición, que precede a la menopausia, puede extenderse entre cuatro y ocho años y se caracteriza por notables cambios hormonales que repercuten en el bienestar físico, mental y emocional.

 “La perimenopausia no es la menopausia. Es una etapa de transición que puede comenzar años antes de que cese la menstruación y en la que ya se producen importantes fluctuaciones hormonales”, explica la Dra. Lildania Marín, ginecóloga del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital El Pilar.

Síntomas diversos

Durante esta fase, el organismo experimenta una progresiva disminución de la actividad ovárica. Aunque la menstruación aún está presente, se vuelve más irregular y los ciclos sin ovulación son cada vez más frecuentes. Esta alteración provoca descensos intermitentes de los niveles de estrógeno y progesterona, hormonas clave en el equilibrio del cuerpo femenino.

Como consecuencia, pueden aparecer síntomas diversos que afectan tanto al plano físico como emocional: cansancio persistente, dificultad para concentrarse, alteraciones del sueño, irritabilidad, tristeza o ansiedad, pérdida de masa muscular, aumento de grasa abdominal y cambios en el deseo sexual. Muchas mujeres desconocen que estos signos están vinculados a la perimenopausia y los atribuyen al estrés o al ritmo de vida, lo que puede retrasar la búsqueda de apoyo médico.

Durante esta fase, el organismo experimenta una progresiva disminución de la actividad ovárica. Aunque la menstruación aún está presente, se vuelve más irregular y los ciclos sin ovulación son cada vez más frecuentes. Esta alteración provoca descensos intermitentes de los niveles de estrógeno y progesterona, hormonas clave en el equilibrio del cuerpo femenino

Además de las manifestaciones físicas, la perimenopausia conlleva un impacto emocional importante. No se trata solo de una cuestión hormonal, sino también de adaptación personal. En esta etapa, es habitual que las mujeres experimenten una sensación de desconexión consigo mismas, una menor seguridad o incluso un cambio en su identidad. El descenso de estrógenos influye directamente en neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, responsables de regular el estado de ánimo, por lo que los altibajos emocionales tienen una base biológica y no deben interpretarse como debilidad o falta de control. Reconocer esto resulta fundamental para afrontar la etapa con comprensión y sin culpa.

Perimenopausia con calidad

Vivir la perimenopausia con calidad de vida es posible si se dispone de la información adecuada y del acompañamiento médico necesario. El seguimiento ginecológico es esencial para evaluar cada caso de manera individual y ofrecer estrategias que ayuden a aliviar los síntomas.

Mantener hábitos de vida saludables -alimentación equilibrada, ejercicio regular, descanso suficiente y técnicas de relajación- es la primera línea de cuidado. Una dieta rica en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y fuentes de calcio ayuda a mantener la energía y proteger la salud ósea, mientras que la práctica de actividad física contribuye a preservar la masa muscular y mejorar el estado anímico.

En algunos casos, los profesionales pueden valorar la conveniencia de tratamientos médicos, desde suplementos naturales hasta terapias hormonales sustitutivas, siempre bajo control médico y ajustadas al perfil de cada paciente. La clave está en abordar la perimenopausia como una etapa que requiere atención personalizada y una visión integral del bienestar. Además, el apoyo psicológico o la participación en grupos de acompañamiento pueden resultar de gran ayuda para compartir experiencias, reducir la ansiedad y normalizar los cambios que se producen.

Una dieta rica en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y fuentes de calcio ayuda a mantener la energía y proteger la salud ósea, mientras que la práctica de actividad física contribuye a preservar la masa muscular y mejorar el estado anímico

La perimenopausia no debe entenderse como un problema, sino como una transformación natural que marca el inicio de una nueva etapa vital. Comprenderla y cuidarla permite convertirla en una oportunidad para reconectar con el cuerpo, escuchar sus señales y fortalecer la salud a largo plazo.