Como ha venido explicando Hispanidad, en Siria, yihadistas islámicos   --o sea, terroristas y fanáticos musulmanes, en concreto una facción heredera de Al Qaeda, denominada Hayat Tahrir al Sham (HTS)--   tomaron el poder el pasado 8 de diciembre, terminando con el régimen de Bashar al Asad, que huyó a Moscú. Los yihadistas están liderados por Mohamed al Jawlani, por cuya cabeza ofrecía Estados Unidos 10 millones de dólares.

Mohamed al Jawlani tomó el nombre de Ahmed al-Shara tras ser nombrado presidente el pasado 30 de enero. 

La consecuencia principal de la llegada de los yihadistas al poder en Siria es que los cristianos empiecen a sufrir persecución, que es lo que pasa allí donde toman el poder, sean estos del Estado Islámico o de Al Qaeda. Y es lo que está ocurriendo, como hemos ido recogiendo en Hispanidad días atrás. 

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En este contexto, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos ha informado de enfrentamientos entre fuerzas del nuevo régimen islamista y militares leales a Bashar al Assad, que habrían causado más de 70 muertos. 

Los militares partidarios de Bashar al Assad se hicieron con bases estratégicas como el aeródromo de de Astamu y Al Qardaha.

Como reacción a estos choques armados, algunos ciudadanos sirios salieron a las calles para apoyar al nuevo régimen. 

Además, el nuevo régimen islamista ha advertido hoy viernes a los militares partidarios de Bashar al Assad que "no tienen más refugio que los tribunales". "La elección es clara. Entregad las armas o hacer frente a un destino inevitable". 

Lo ha dicho, en la cadena de televisión siria Syria TV, el portavoz del Ministerio de Defensa sirio, Hasán Abdulghani: "A los criminales de guerra que derramaron la sangre de nuestro pueblo: han sido derrotados pese a sus fortificaciones y equipamiento y están dispersos en las montañas, sin más refugio que los tribunales, donde harán frente a la justicia". 

Y les ha amenazado: "Bashar (Al Assad) huyó y os dejó a vuestra suerte, así que no repitáis el mismo error para que este no sea vuestro último error". 

En pocas palabras: el nuevo régimen integrista musulmán de Siria, recibido con aplausos en el Occidente más bobalicón, el que se creyó aquello de la Primavera Árabe de Barack Obama, ya está empezando a mostrar su verdadero rostro: el fanatismo.