Lula da Silva, al que su paso por la cárcel no le ha sentado nada bien, Pedro Sánchez, que es capaz de soltar discursos a los esquimales en Finlandia con tal de no pisar Madrid para que no le abucheen, el chileno Gabriel Boric un defensor de la democracia sin mucho que defender y el colombiano Gustavo Petro, 'el cacas' un personaje nefasto donde los haya, han lanzado en Chile la internacional progre.
Escuchen a Sánchez: "Comparecemos cinco líderes progresistas... Nos enfrentamos a la Internacional del odio y de las mentiras... la internacional reaccionaria... Proponemos el multilateralismo, la lucha contra la desinformación y la igualdad entre todos los seres humanos".
En resumen, una nueva internacional, la internacional progre, vacía de contenido pero eso sí, con el espantajo ultra por bandera. Esto es: el que no piensa como yo es un ultra y el sustrato cristiano de Occidente no más que eso: extremismo fascista.
Hace unos meses, no más, nos hubiéramos reído de esta cúmulo de majaderías sanchi-lunáticas y boric-petrinas que nos retrotraen al metalenguaje de las antiguas democracias populares, como aquella República Democrática Alemana (RDA) de infausto recuerdo. Pero ahora no: don Pedro, con una seriedad almibarada, muy dolido ante tanto odio, se postula como salvador, no de España o de Hispanoamérica, sino de la humanidad, toda ella asolada por el neofascismo.
Y la internacional progre ha tomado Hispanoamérica como centro de operaciones, una Iberoamérica que tiembla ante el alcance del neocomunismo, entre la que destaca nuestro Pedro Sánchez. Por tanto, está claro que ha llegado el momento de recuperar la Hispanidad y de recuperar a Hispanoamérica. Pero ojo, la Hispanidad es una obra del Cristianismo y de la evangelización, no de ningún movimiento político. Ahora bien, la evangelizadora era España, y ahora, en 2025, España es tierra de misión, debe ser evangelizada de nuevo.