En ese espíritu de adocenada languidez, que constituye la seña de identidad de la Unión Europea desde que comenzara el siglo, el Consejo Europeo decidió ayer jueves, 18 de diciembre, un paquete de ayudas a Ucrania que pueden cifrase en 90.000 millones de euros pero sin recurrir a los fondos rusos congelados porque, una vez más, se demuestra que Europa, que si podía ser una nación si atendiera a sus orígenes cristianos, no es más que un conglomerado de 27 Estados distintos que incluso no han sabido apaciguar sus diferencias internas. Es decir, 27 naciones con nacionalidades.
El progresista polaco -sí, existe este tipo de biotipos lamentables-, Donald Tusk, se puso dramático: "O dinero hoy o sangre europea mañana". Muy vistoso el dicho pero eso significa lo que ustedes están pensando: compremos nuestra libertad con dinero y los muertos que los ponga Ucrania. Al parecer, la sangre de los muertos ucranianos a manos de los rusos no es sangre europea, es sangre de frontera.
Pero lo de ayer ya ha sido el ridículo de los ridículos: dinero sí, y no el del enemigo sino el nuestro... y claramente insuficiente, que sólo alarga la agonía de Zelensky. Pero, eso sí, 24 horas después de que Putin les tildara de "cerdos", los líderes europeos callan y otorgan, sin enfrentarse directamente a Rusia.
El polaco Donald Tusk, se puso dramático: "O dinero hoy o sangre europea mañana". Al parecer la sangre ucraniana no es europea
La Unión Europea vive una situación límite: o enfrentarse directamente a Rusia, que es lo que desean los ucranianos o dejar de criticar a Trump y apuntarse al armisticio con Moscú... pero así no puede continuar. Hace el doble papel de bobo y de inútil, de quien mucho habla peo nada hacer. Rusia sigue provocando a Europa con la entrada de sus drones e incluso sus caza-bombarderos en territorio de la OTAN y ésta responde con protestas diplomáticas o calla vergonzosamente. Naturalmente, las provocaciones están yendo a más y podrían terminar en algo peor en breve plazo.
Lo lógico sería enseñarle los dientes a Putin y dejar de criticar al único que pretende la paz, que es Washington.