Cumplido ya el primer semestre desde su regreso a la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se encuentra en uno de los mejores momentos de su carrera política.

Algo que perciben también los propios estadounidenses. A pesar de la incesante imagen negativa que proyecta la progresía mediática sobre el actual inquilino del Despacho Oval, lo cierto es que Trump tiene una valoración superior a la que tenían en el mismo momento de su segundo mandato el expresidente demócrata Barack Obama, así como el republicano George W. Bush. Con respecto al demócrata Joe Biden no se puede efectuar tal comparativa, dado que únicamente fue presidente por un mandato.

La cuestión no es baladí, dado que tradicionalmente y muy especialmente en Europa se ha vendido la imagen mesiánica de Barack Obama como un líder amado por el conjunto del pueblo estadounidense, frente a un Trump ultra y denostado por la ciudadanía.

Y el buen momento de Trump y los republicanos, que además de la Casa Blanca, controlan también la Cámara de Representantes y el Senado, coincide temporalmente con el peor momento de valoración del Partido Demócrata en la historia reciente. 

Así, la formación progresista cuenta con un índice de desaprobación de casi el 60% de los americanos, por apenas un 36% que aprueba la actuación del partido, es decir, un saldo negativo de más de 24 puntos, una cifra de impopularidad desconocida hasta la fecha.

Por su parte, en cuanto a los republicanos, el índice aprobación es bastante más alto, superando el 42% y la valoración negativa es mucho más baja, de un 54%, lo cual supone que el saldo negativo es de 12 puntos. En conclusión, la valoración negativa de los demócratas duplica a la de los republicanos.

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Este fenómeno tiene su fundamento en que los votantes independientes se están acercando cada día más a los republicanos y rechazando la marca demócrata, al mismo tiempo que los demócratas cada vez se están escorando más hacia la izquierda radical, lo cual les está alejando del americano medio. El mejor ejemplo lo tenemos en las elecciones a la alcaldía de la ciudad de Nueva York, la más poblada del país y el principal epicentro del progresismo estadounidense, donde las bases demócratas han elegido como candidato, como ya contamos en Hispanidad, al joven Zohran Mamdani, que se define como “socialista y musulmán”, que ha calificado al Estado de Israel como genocida y propulsor del apartheid y que entre sus propuestas más inquietantes está la de elevar los impuestos a los "barrios más ricos y blancos". Unas afirmaciones ciertamente insólitas, que podrían considerarse como racistas hacia los neoyorquinos de raza blanca.