Algo parece que empieza a moverse en México contra la dictadura del narco y contra la ineficacia política para combatirlo, encarnada en su actual presidenta, Claudia Sheinbaum.

En la capital, Ciudad de México y en otras 30 ciudades, este fin de semana han tenido lugar protestas protagonizadas sobre todo por jóvenes contra la inseguridad ciudadana que, además, vinculan al Estado con el narcotráfico al grito de 'narcoestado'. 

Pero se da la circunstancia de que el Gobierno ha reprimido las protestas de estos jóvenes con la dureza que no utiliza con los narcos y que los mismos jóvenes le reclaman contra la delincuencia y los delincuentes, algo que seguramente ha enfadado y mucho a estos manifestantes a sus padres y a los ciudadanos de a pie.

Según algunas cifras difundidas, como consecuencia de la represión, solo en Ciudad de México, se habrían producido 20 civiles heridos y unos cien agentes. 

Al movimiento de protesta -protagonizado por los jóvenes de la Generación Z- se le ha llamado 'Movimiento del Sombrero' y está apoyado por la movilización de la alcaldesa Grecia Quiroz, viuda del asesinado Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, y cuyo asesinato obtuvo una reacción tibia por parte del Ejecutivo mexicano. 

La presidente mexicana, partidaria (al igual que su predecesor Andrés Manuel López Obrador) de la política 'abrazos, no balazos', contra los narcos, ha tratado de minimizar estas protestas, calificándolas de "estrategia digital pagada desde el extranjero y vinculada a grupos de derecha con cuentas falsas y campañas coordinadas". Y añadió: «Dicen que ‘marcharon jóvenes’, pero en realidad había muy pocos jóvenes; y que de manera violenta quitaron unas vallas y rompieron vidrios, decimos: No a la violencia».