El presidente de Siria, Ahmad al-Sharaa, sigue matando cristianos, sigue siendo un exterrorista yihadista que estuvo al mando de Frente Al-Nusra, la filial de Al Qaeda en esta zona de Oriente Próximo, pero su 'arrepentimiento sentido' le hace ser un dirigente válido para muchos y blanqueado por todos.
Tenemos como ejemplo al Rey Felipe VI que no dudó en fotografiarse con él en la asamblea de Naciones Unidas. A su álbum podemos añadir instantáneas con Emmanuel Macron, en una larga lista de autoridades que dan por bueno al exyihadista.
El último en hacerlo ha sido el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en un encuentro a puerta cerrada que duró más de dos horas. Ahmad al-Sharaa pasa de ser el más buscado en Oriente Medio a un interlocutor legítimo. En la agenda han destacado tres temas: el alivio de las sanciones impuestas sobre Siria, la posible incorporación de Damasco a la coalición internacional contra el Estado Islámico y un plan de reconstrucción del país cuyo coste, estimado por el Banco Mundial en al menos 200.000 millones de dólares.
Por la puerta de atrás, literalmente, ha entrado al-Sharaa y han discutido el "fortalecimiento de las relaciones y asuntos regionales", según ha informado la Presidencia siria. Pero ojo, todo con buenos actos ante el terrorista. El viernes Estados Unidos levantó formalmente el pasado viernes las sanciones que pesaban sobre Ahmed al Sharaa por formar parte de su lista negra de "terroristas globales especialmente designados". En mayo, tanto Estados Unidos como Europa eliminaron las sanciones económicas que pesaban contra Siria. Todo olvidando y borrando el pasado del presidente.
Y sí, Trump se equivoca con este encuentro y con este blanqueamiento: "Ha sido un honor". Pues no, Donald, no puede ser un honor recibir a un yihadista vestido de blanco que sigue masacrando a cristianos. Hace apenas unos meses un nuevo informe de la Comisión de Estados Unidos sobre Libertad Religiosa Internacional (USCIRF, por sus siglas en inglés) cifra en entre 1.700 y 2.246 muertes por la persecución durante el derrocamiento de Bashar Al Assad y con el nuevo gobierno sirio contra minorías religiosas (en concreto, contra cristianos, drusos y musulmanes chiitas -especialmente, los alauitas-). Es decir, en Siria, se persigue a los cristianos y se les masacra.
Eso sí, dicho informe advierte que las cifras reales podrían ser mucho mayores… y no hay que perder de vista que el nuevo gobierno está formado por los que muchos calificaron de rebeldes sirios, escondiendo que en realidad son islamistas, es decir, yihadistas, y que derrocaron a Al Assad a finales de 2024, entre ellos, el presidente sirio.
El informe apunta que en la persecución y violencia cometida no sólo participaron miembros de HTS, sino otros de la oposición política de Al Assad y milicias apoyadas por Turquía y otras organizaciones, que han sido acogidos en el nuevo gobierno sirio, al igual que terroristas de Al Qaeda y de Estado Islámico (ISIS). El comisionado de la USCIRF, Mohamed Elsanousi, ha señalado a CNA que la principal preocupación es “que las políticas y acciones reales de las autoridades transitorias coincidan con sus declaraciones de apoyo a un futuro religiosamente inclusivo para el país”. Por ello, considera que la Administración Trump “debe condicionar el levantamiento de sanciones con medidas claras para que el gobierno emergente abandone completamente su pasado extremista, extienda protección igualitaria a todas las minorías religiosas e incorpore una libertad religiosa integral en las leyes e instituciones de Siria”, una libertad religiosa que sí había con Al Assad en el poder, por cierto.
Claro que el nuevo gobierno se ha atribuido el mérito de haber frustrado un ataque planeado por ISIS contra un santuario chiita y hasta ha condenado un ataque de ISIS que mató a 25 fieles en la iglesia ortodoxa griega Mar Elías en Damasco. Dos hechos que pueden ser más una estrategia de blanqueamiento de cara al resto del mundo que una muestra de que realmente respetará la libertad religiosa. Algo que queda claro que no está haciendo.