Durante su primera intervención como portavoz el Gobierno, la ministra de Seguridad Social, Elma Saiz, ha mantenido la hoja de ruta del Sanchismo, corregida y aumentada. Tocaba anunciar la subida de pensiones y de otros productos, mientras se solapaba la subida de impuestos que soportan estas subidas de las asignaciones de las clases pasivas de España. Así que la ministra del gasto estaba en su salsa: nuevo aumento récord del gasto público no productivo y, con ello, un nuevo castigo a emprendedores y esforzados que pretenden mejorar su vida a costa de esforzarse más y más horas. Con el Sanchismo España continúa convirtiéndose en un país de viejos donde los jóvenes huyen al extranjero porque aquí no hay manera, no ya de medrar, sino de sobrevivir.

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Al tiempo, España se ha convertido en un país imposible para los emprendedores, a los que se fríe a impuestos antes de empezar su actividad, no sólo por parte de Hacienda sino, sobre todo, por parte de los insufribles costes de la Seguridad Social así como de jóvenes que no pueden formar una familia porque les resulta imposible pagarse un techo donde vivir.

Y esto se concreta en que el Consejo de Ministros ha decidido subir las pensiones con alegría, lo cual resulta bello e instructivo, pues a los ancianos hay que tratarles con respeto. Ahora bien, ¿cómo pagamos una factura que, cada mes -multiplicar por 14 pagas- se eleva ya por encima de los 13.000 millones de euros, sólo en las pensiones contributivas?

Los datos: en 2026, las pensiones contributivas subirán un 2,7%, las no contributivas y el Ingreso Mínimo Vital (IMV), un 11%. Las pensiones mínimas subirán un 7,5 y las máximas un 0,1%. Es decir, todo está pensado para igualar a los vagos con los laboriosos, todo pensado para que en España nadie quiera forjarse su propia nómina ni trabajar duro para mejorar su nivel de vida y para proporcionar un futuro digno a su familia, una buena educación para sus hijos, etc. al final, la pregunta es: ¿para qué esforzarse?

Mejor no centrarse en el Ingreso Mínimo Vital (IMV). Es decir, dar algo a cambio de nada, favoreciendo así la vagancia, mientras se poner contra las cuerdas o bajo ruina, a aquel que está dispuesto a trabajar las horas que haga falta para salir adelante. Y al emprendedor que se forma su propia nómina y la de algún asalariado, se le echan encima Hacienda y la Seguridad Social, para hundirle el negocio.

Hace tiempo que la demagogia sanchista asegura que es de justicia mantener el poder adquisitivo de las pensiones. Sí, es de justicia, pero el problema es cómo vamos a pagar todo eso y a qué coste.

Conclusión: el Sanchismo nos ahoga y los jóvenes huyen de España. Todo está pensado para igualar a los vagos con los laboriosos. Así, el futuro no es ni bueno ni malo: sencillamente no existe.