Decíamos ayer que el paripé había concluido. Un paripé, un teatrillo, en el que ERC y Junts, el delincuente indultado Oriol Junqueras y el prófugo del maletero, Carles Puigdemont, le han doblado el pulso a un Pedro Sánchez... como ya tenían previsto desde el 23 de julio, porque los dos saben que sólo con Sánchez pueden conseguir todos los privilegios que pretenden. Saben que el presidente del Gobierno en funciones vendería a su madre -y desde luego a los españoles- con tal de mantenerse en el poder.

Además, los catalanes influirán sobre educación, lengua, investigación... pero el resto de España no influirá en Cataluña. Vamos, que Sánchez convierte a Cataluña en la mantenida de España. En nombre de la concordia

En el momento de cerrar esta crónica, Puigdemont, requerido por la justicia en España por realizar una declaración de independencia se hace el interesante y no alcanza un acuerdo con el PSOE. Tranquilos: lo hará.  

Los españoles pagarán la deuda catalana y la unidad ferroviaria del país se parte en dos con una empresa pública catalana que regirá las cercanías, con un consejo paritario... y un presidente nombrado por la Generalitat. O sea, que de paritario nada. 

En otras palabras, se rompe la unidad de la red ferroviaria española. Por de pronto, los maquinistas de las cercanías catalanas ya han anunciado huelga. 

Sólo en la deuda autonómica, el ministro Félix Bolaños, conocido como 'El Bolas' habló de total trasparencia pero no especificó cifra alguna. Por el contrario, Oriol Junqueras, en rueda de prensa paralela, sí que lo hizo y por mucho que intentó ocultarlo, la cosa queda clara: de entrada, los españoles pagaremos 15.000 millones de euros de capital de la deuda catalana más otros 1.350 millones en intereses. Total: un regalo, de entrada, de 16.350 millones de euros a los catalanes, ¡Qué caro nos sale a los españoles que el señor Sánchez mantenga su sillón monclovita!

 

 

No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón, no hay perdón sin arrepentimiento: lo volveremos a hacer

En resumen, Sánchez vende España a ERC y a Junts. Madrid lo da todo, los indepes nada. Por citar los puntos más importantes: los españoles pagaremos parte de la deuda pública de los catalanes, se rompen las cercanías ferroviarias de Cataluña y se abre la mesa de diálogo sobre la independencia de la República catalana. 

Además, los políticos catalanes influirán sobre educación, lengua, investigación... pero el resto de España no influirá en Cataluña. Vamos, que Sánchez convierte a Cataluña en la mantenida de España. Todo en nombre de la concordia.

El cualquier caso, al fondo queda el hecho de que los indepes catalanes, ERC y Junts no se arrepienten de nada. Lo volveremos a hacer. Y y saben: no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón, no hay perdón sin arrepentimiento, porque el perdón es para el que lo pide. Los indepes dicen: lo volveremos a hacer. Pues si piensan en volver a hacerlo, ¿para qué llegar a pacto alguno? Pues para que Sánchez continúe en Moncloa, naturalmente.

Y Puigdemont también se resiste, aunque nadie sabe por qué. Al final, resulta que a Puchi lo que más le divierte es que Sánchez le llame 'president' y no 'delinquent'. Con eso se conforma

Y por si no había quedado claro, Pere Aragonés, presidente de la Generalitat, por ERC, ha aprovechado el acuerdo para recordar que, después de la vergonzosa amnistía, debe llegar la autodeterminación, es decir, la independencia. 

Por cierto, al final resulta que Carlos Puigdemont aún se hace más de rogar. Y es que Puchi está en plan montaraz: lo que más le divierte es que Sánchez le llame 'president' y no 'delinquent'.