A vueltas con el tema preferido del Gobierno Sánchez, el franquismo, el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, el mansocete Ángel Víctor Torres, afirmó este martes, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, que cerca de medio millón de descendientes de exiliados del franquismo ya tienen reconocido el derecho a la nacionalidad española. Además, anunció que hay 237.000 personas inscritas en el sistema de cita previa -sistema actualmente fuera de plazo- para solicitar la nacionalidad y que otros 2,3 millones de ciudadanos en todo el mundo se han interesado en la nacionalidad española.
¿A quién van a votar esos ‘nuevos’ españoles? A ver si al final, cuando haya elecciones, se cumplen los sondeos de José Félix Tezanos o, incluso, se quedan cortos. A las cifras anteriores hay que sumar otros 171 hijos y nietos de combatientes de las Brigadas Internacionales a los que Moncloa ya ha otorgado la nacionalidad española.
La otra gran preocupación de Moncloa y del ministro masoncete es la retirada definitiva de los alrededor de 4.000 vestigios o símbolos de exaltación franquista que hay repartidos por todo el país. Ángel Víctor Torres les da dos opciones: o se los carga o, si no puede, los resignifica. Todo muy democrático, naturalmente, y de manera coercitiva, como gusta en Moncloa.
El ministro no quiso concretar a qué símbolos se refiere -el catálogo estará listo antes de fin de año e incluirá placas, nombres de calles y pueblos, monumentos- pero muchos ya han sido retirados, principalmente los ubicados en edificios públicos, incluso religiosos. Porque la cruz, según la élite intelectual del sanchismo, encarnada en el secretario de Estado de Memoria Democrática, es un símbolo franquista.
¿Quién decidirá qué es un símbolo franquista? Ángel Víctor Torres. Lo mejor es que cualquiera podrá solicitar la inclusión de un símbolo en el catálogo, particulares, asociaciones memorialistas e instituciones, y una vez admitido será obligatoria su retirada, aunque esté en una propiedad privada. Todo muy democrático, naturalmente.
¡Ah! y aquellos vestigios que no se puedan destruir, por ejemplo, un águila de San Juan tallada en una fachada de piedra, se resignificará, se me ocurre, poniendo una placa explicando que, en realidad es un símbolo de bienestar animal o de la lucha contra la gripe aviar.
Como decimos, las medidas serán coercitivas y Torres señaló que hay hasta siete pueblos que podrían tener que cambiar de nombre. ¿Qué sucederá si se niegan? Ya veremos.
Por último, la otra obsesión Sanchista: las exhumaciones. Según el ministro, de las 20.000 personas estimadas, ya se han exhumado los restos de unas 9.000, de fosas, pozos y cunetas. ¿Seguro que todos los restos están bien identificados? Y, más controvertido aún, ¿seguro que no hay, entre ellos, restos de víctimas de los republicanos? ¿Acaso no asesinaban y amontonaban los cadáveres en las cunetas?
En el Valle de los Caídos, ahora rebautizado como Cuelgamuros, se han localizado 36 cajas y 458 restos. Se han identificado 31 cuerpos. En total, hay 206 familias que han solicitado recuperar los restos de sus familiares. Por cierto, Torres anunció que las obras para resignificar el Valle comenzarán antes del fin de la Legislatura. A ver si no se cumple.