Javier Paredes, catedrático de Historia contemporánea, colaborador de Hispanidad, que su tesis doctoral consistió en una biografía, en concreto sobre el comecuras de Pascual Madoz, junto a Mendizábal el gran desmocratizador o ladrón de bienes eclesiásticos. Todo un progresista. Es decir, un chorizo de mucho cuidado.
Pero el escándalo no fue por el personaje elegido sino porque en la España de la Transición lo que se llevaba era el esquema marxista: la historia era la historia de las colectividades, no de las personas. La historia cuantitativa.
Pero la historia es la historia de la libertad que Dios nos ha concedido, y la libertad es siempre individual, la de cada hombre para elegir entre el bien y el mal. Por eso, una biografía debería ser el nivel más egregio de la investigación histórica, porque la historia la hacen las personas, para bien y para mal. Así que Paredes causó una mala impresión, la primera de su vida, también en ambientes académicos cristianos.
Me acordé de este anécdota al escuchar días atrás a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hablar de que Europa debía independizarse para afianzar sus 'valores europeos'.
A ver señora: los valores europeos no son otra cosa que los principios católicos y la cosmovisión cristiana de la existencia. ¿En qué consiste la antropología cristiana? En esto: el hombre es sagrado porque es hijo de Dios, redimido por Cristo encarnado. Por tanto, no hay colectivo, sólo personas.
Es decir, los valores europeos son los mismos que usted, democristiana reblandecida, conculca un día sí y otro también.
La crisis de Europa ya la definió San Juan Pablo II en Santiago de Compostela, en 1982, cuando gritó aquello de "Europa, sé tú misma". Esto es: Europa, recupera tu fe cristiana, la que te hizo ser lo que eres. No tienes que independizarte de nadie, Úrsula, sólo tienes que volver a ser tú misma, que originalidad no consiste en ser distinto sino en volver a tus orígenes.