I

Corazón que alocado en el pecho palpita,
con la mente, vislumbrando la meta
de un sueño largamente acariciado.
Un viaje por otras tierras, otros campos,
peregrino de un amor extraordinario,
que a su corazón no le era extraño.                                         
Apetencias de afirmar una fe, que
de su madre, día a día había mamado.
Y aunque abandonar su amada Bretaña
tal empresa fuera su exigencia,
mayor era el anhelo de la ansiada meta.
Llegar al faro de sus más íntimas creencias,
pisar sus calles, conocer sus iglesias,
ante la tumba del Pescador, postrarse,
revivir la historia de una simpar ciudad.
Roma, la eterna.    

 

*Del Poemario: Canto a Roma (Ed. Parquelagos, 2019)