Allá van sin formación,
aceptando la misión.
Sabedores de su martirio,
de su muerte violenta,
con su luz, Verdad, y certeza.
Partieron de una árida tierra,
a derrocar el paganismo,
y empapar con sangre cristiana,
otras tierras como sementera.
Hasta el mismo corazón llegan,
Roma, entonces del mundo dueña.
¿Qué podrán realizar,
en su pequeñez, en su poquedad?
¡Curar una sociedad enferma!
De los emperadores, el trono derrumbado.
Desde Roma, el cristianismo al mundo sigue dando:
luz, Verdad, y certeza.