Benjamín Netanyahu nos ha fallado, no te puedes fiar de nadie: nos ha devuelto a la señora Ada Colau. En lugar de quedársela para siempre, como tantos esperábamos. Mira que le podía resultar útil para tantos y tantos logros en derecho internacional, igualdad y sostenibilidad del planeta, los tres principios que conforman la vida de un pueblo como el judío que luchas con las armas en la mano por su supervivencia. 

Por ejemplo en Gaza. También podría recogerla Hamas para que les cuente que su gran amor fue una mujer, como Ada Colau dijo en una entrevista televisiva. A los musulmanes les encanta la bisexualidad, el género fluido y esas cosas, no como los odiosos católicos que tienden a la homofobia. 

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Sin embargo, ¿qué ha hecho don Benjamín? Inmediatamente nos ha remitido a doña Ada a Madrid. Ya no puedes confiar en nadie.

Por cierto, un par de preguntitas: ¿dónde está el material humanitario que la flotilla de los flotillos, diplomáticamente protegidas por el dulce Albares, llevaba a los gazaríes? Porque ese era el motivo del viajecito de turismo revolucionario, ¿verdad? A ver si lo han robado los judíos.

Una segunda preguntita: ¿quién ha financiado una flotilla de cerca de 40 buques con cerca de 500 abnegados activistas? Yo todavía no lo sé. Lo único que sabemos es que el dulce Albares, a la sazón ministro de Asuntos Exteriores ha pagado el billete de avión de los 21 españoles primeros repatriados. O sea, que a Colau y a sus arriesgados compañeros, les hemos pagado su billetito de vuelta entre todos. No sé si me gusta.