Con la afición que los periodistas sentimos hacia el tópico, las informaciones sobre el tiroteo en una escuela-iglesia católica de Minneapolis se han enmarañado en el fácil acceso a las armas de fuego en Estados Unidos. Es decir, que poco menos que el culpable de los asesinatos es Donald Trump y asunto concluido.
A la espera de saber los motivos por los que el asesino se ha cargado, por de pronto, a dos niños, creo que independientemente de su condición mental, estamos ante un caso de cristofobia y de cristianofobia, todo a un tiempo. Y también, en paralelo, ante una muestra de aversión a la inocencia de la infancia, otro de los signos del mundo actual -la aversión al débil y al improductivo- en una sociedad que, por pura casualidad, naturalmente vive un fenómeno creciente de odio a Cristo y a los cristianos, dentro de una de las persecuciones más duras de los últimos siglos: la que se vive ahora mismo contra el Cuerpo Místico de Cristo.
Durante la primera misa escolar del año en la iglesia católica Annunciation Catholic Church de Minneapolis, un hombre armado abrió fuego a través de las ventanas mientras los estudiantes, profesores y feligreses rezaban. Dos niños pequeños, de 8 y 10 años, murieron en los bancos.… pic.twitter.com/Nr7bwPvSpn
— ACI Prensa (@aciprensa) August 27, 2025
El asesino disparó durante la celebración de la Eucaristía, contra los asistentes a una misa, no contra alumnos en un aula. Y disparó indiscriminadamente pero contra un aforo repleto de menores y de padres de menores. Insisto: Cristofobia, cristianofobia y aversión a la infancia, es decir, ala humanidad más inocente.
Today, we mourn a devastating tragedy in Minneapolis. Two innocent children were murdered, and seventeen more people were wounded during Mass at Annunciation Catholic Church and School.
— Billy Prempeh (@BillyPrempeh) August 27, 2025
I pray for the families who are grieving, and for the recovery of every single child and… pic.twitter.com/MfIz2yUI5p
Apuesto doble contra sencillo en los próximos día se nos dirá que el tipo estaba como un cencerro, resentido porque había sido antiguo alumno -a lo mejor algún cura le miraba de forma libidinosa- que actuó a sí porque estaba loco... y algunos volveremos a recordar que no es loco el que se vuelve malo sino el malo quien se vuelve loco, porque el rencor -vulgo, la mala leche- siempre provoca el no ver la realidad tal cual es, que es el origen de la insania y la locura.
De hecho, en la muy progresista Minneapolis ya ha habido voces políticas que se han apresurado a decir que el asesinato no debe servir para estigmatizar a los transexuales. Ojo al dato: cuando es un cristiano quien, no ya agrede, sino sencillamente no trata con la debida consideración, repseto y halago, a homosexuales o transexuales, estamos ante un claro delito de odio por parte del cristiano. Pero cuando un trans, o presunto trans, asesina a niños cristiano en medio de una Eucaristía, entonces... no hay que estigmatizar a los trans.
En definitiva, ¿la ideología de género, que tanto se queja de la moral cristiana es anticristiana? Por supuesto que sí. Conviene recordarlo, no vaya a ser que estemos confundiendo a los verdugos con las víctimas y a las víctimas con los verdugos. Aquí, las vícitimas han sido los católicos... y ahora me queda por demostrar la intencionalidad de este asesino concreto, aunque me temo que resulta batante evidente.
En resumen, ¿el 'gender' odia a la Iglesia? Por supuesto que sí. Y no porque la Iglesia les ataque, que no lo hace, sino porque el Catecismo les recuerda lo que está bien y lo que está mal y eso les fastida bastante. Tanto en sus aspectos feministas -aborto- como en las relaciones homosexuales como en el cambio de sexo. Pero sin agresión alguna, no como lo ocurrido en Minneapolis, que tal parece puritito odio trans a los católicos.