El 18 de julio de 1936 es una fecha inequívoca de la historia de España, como lo es el 2 de enero de 1492, con la Conquista de Granada por los Reyes Católicos, o el 2 de mayo de 1808, con la sublevación española contra el invasor Napoleón. Pero con el 18 de julio del 36, conocido como el Alzamiento Nacional, hay un detalle que se diferencia de los demás, y es el empeño que cierta parte de la sociedad actual tiene en que desaparezca, o peor, la reinvención de un nuevo relato que justifique lo que a ellos les interesa creer para explicar sus actos o frustraciones políticas.

Si bien la democracia española ha demostrado después de cuarenta años ser un fiasco para el pueblo soberano, porque no es más que una partitocracia cuyo pescao se reparten entre ellos, dividiendo a España y a los españoles. Sí trajo consigo un pacto social de españoles alejando los motivos y las consecuencias de la Guerra Civil Española gracias a los hijos de la guerra, que supieron tener la altura de miras de las que adolece la izquierda y los separatistas españoles, y mirar hacia adelante, reenfocar la vida en sus hijos y el avance social e industrial alcanzando una cosmovisión que apuntaba inequívocamente hacia una democracia donde pudieran desarrollarse en paz y en libertad.

La Transición supuso un acercamiento entre españoles. Ahora, han vuelto a alejarse

Después de ciertos años de avance y bonanza, con José Luis Rodríguez Zapatero, llegó la estulticia de un gobernante sectario, sin ideas, incapaz para gobernar, resucitó a los muertos y enterró a los vivos en una lucha innecesaria que desde entonces ha roto la paz y consonancia entre el crecimiento social y económico que habían conseguido con sus luces y sus sombras los gobernantes anteriores. Ocho años de división y de derrumbe económico hicieron que España quedara al borde del precipicio de la quiebra económica y la ruptura social de un país como España.

De las barbaridades que hizo ZP durante esos años, la que hoy viene a colación es la vergonzosa y sectaria Ley de Memoria Histórica en la que no abundaré porque es de sobra conocida, que como se sabe es la herramienta propicia para dividir a los españoles de todas las franjas de edad con dos objetivos: uno de carácter pragmático para generar tensión y otro de un calado más grave, cambiar el sentido de la historia y convertir en delito al que en uso de su libertad pretenda rebatir el discurso único historicista… ¡Vamos, una línea más de la implantación del pensamiento único! Ahora no estamos mejor. Cuando Zapatero abandonó La Moncloa, todos pensamos que había sido tan malo y zopenco, que era imposible caer más bajo, sin embargo, Pedro Sánchez arruinó las esperanzas de los españoles logrando cuotas aún más impresentables que su antecesor ZP, porque miente y manipula más, y sólo está interesado en él mismo.

Desgraciadamente, con la llegada de Mariano Rajoy las circunstancias no cambiaron. El presidente mudito no tocó ni una sola ley de las que dijo que derogaría, decepcionando al voto conservador que esperaba del Partido Popular la vuelta a la cordura hundiéndose hasta límites desconocidos. Aquello del PP de Rajoy hizo lo peor que se puede hacer en democracia, aunque sea débil como la nuestra, despreciar a sus votantes… Lo que provocó la aparición de Vox como una acción-reacción con Santiago Abascal a la cabeza...

A lo que nos lleva todo esto es a un ambiente guerracivilista que recuerda mucho al de 1936 porque nos encontramos con una izquierda odiadora, tramposa, torticera, envalentonada, revanchista… Frente a una derecha timorata y acobardada porque le llamen fachas

A lo que nos lleva todo esto es a un ambiente guerracivilista que recuerda mucho al de 1936 porque nos encontramos con una izquierda odiadora, tramposa, torticera, envalentonada, revanchista… Frente a una derecha timorata y acobardada porque les llamen fachas. Así solo presentan una cara débil y soberbia que, en una especie de complejo que no comprende casi nadie, en vez de dar la mano a Vox, al único que puede ayudarle, se la muerde.

Huir de la historia hace una España cobarde, y quien lo hace o lo ampara, le convierte en cómplice mentiroso. Si el PP no se atreve a derogar la Ley de Memoria Histórica y la quiere seguir manteniendo tal cual está redactada y es incapaz de incluir en la misma ley los hechos y antecedentes a la Guerra Civil Española con las muertes gratuitas y persecución religiosa, a civiles, militares y clérigos sólo por el hecho de serlo, torturándolos en las chekas de Madrid, Barcelona y Valencia, entonces el Partido Popular de hoy con Pablo Casado, será tan culpable como el de Mariano Rajoy. Es de justicia y de enorme responsabilidad que las leyes recojan todas las sensibilidades, alejarse de visiones sociales y de historias maniqueas.

Colección Sin complejos (Sekotia) De esta colección hago una selección de tres títulos imprescindibles cuyos autores están avalados por sus recorridos y escritos para explicar qué fue la II República sin complejos, de Javier García Isac; la Guerra Civil Española sin complejosde Fernando Paz; y Chekas sin complejos, de César Alcalá.

Eso no estaba en mi libro de la Guerra Civil (Almuzara), de Pedro Corral. Es un libro interesante porque está lleno de anécdotas, situaciones y momentos que la Guerra Civil trajo consigo y que muy pocas personas saben. Es un libro entretenido pero que no frivoliza con el grueso del desencuentro fratricida.

Arderéis como en 36 (SND) de Juan E. Pflüger. Este libro muestra de forma patente las consecuencias de la Ley de Memoria Histórica, lo que ha supuesto despertar los fantasmas y sus gritos, la venganza y no la justicia, las hordas de la izquierda de la que se considera habilitada moralmente hoy para actuar como lo hizo antes de 1936 y luego durante la guerra. Un libro que debería remover la conciencia de quienes crearon y permiten hoy que esta ley sea como es.