Audiencia general de León XIV, la de los miércoles, en este caso, miércoles 29. En plena locura pro-palestina en Europa, que ha degenerado en campaña anti-israelí, y en una justificación de la bestialidad de Hamás, el Pontífice ha traído a su discurso el Concilio Vaticano II, con la siguientes palabras: "No hay que olvidar que la primera orientación de Nostra aetate fue hacia el mundo judío, con el que San Juan XXIII quiso refundar la relación original. Por primera vez en la historia de la Iglesia, debía tomar forma un tratado doctrinal sobre las raíces judías del cristianismo, que representara un punto de no retorno en el plano bíblico y teológico. «El pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente vinculado con la estirpe de Abraham. La Iglesia de Cristo reconoce, en efecto, que los orígenes de su fe y de su elección se encuentran ya, según el misterio divino de la salvación, en los patriarcas, en Moisés y en los profetas» (NA, 4). Así, la Iglesia, «consciente del patrimonio que tiene en común con los judíos, y movida, no por motivos políticos, sino por la caridad religiosa evangélica, deplora los odios, las persecuciones y todas las manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos» (ibíd.). Desde entonces, todos mis predecesores han condenado el antisemitismo con palabras claras. También yo confirmo que la Iglesia no tolera el antisemitismo y lo combate, en razón del Evangelio mismo".
En resumen, "La Iglesia no tolera el antisemitismo". La locura propalestina no puede degenerar en una nueva persecución contra los judíos en Europa, entre otras cosas porque los hebreos son nuestros hermanos mayores en la fe. ¿Adoramos a un mismo Dios? Sí.
Pasando de la teoría a la actualidad:
¿los ataques de Israel a los palestinos de Gaza han sido crueles? Sí, muy crueles y han provocado muertos inocentes, pero el culpable -asignar responsabilidades arregla poco pero si ayuda a un recto juicio- es Hamas, que primero asesina a judíos indefensos y cuando éstos responden, a cielo abierto, dando la cara, los palestinos de Hamás se esconden detrás de sus mujeres y sus hijos, a los que utilizan como escudos.
A lo mejor esta pequeña consideración sirve para apuntalar a la mucho más relevante exposición del Vaticano II, recalcada ahora por León XIV.