La canonización de Carlo Acutis de este domingo, 7 de septiembre de 2025, tiene una gran importancia teológica, que no puedo dejar de comentar. Comprendo y disculpo a los medios de comunicación que por su afán de estar a la última cargan la mano en hablar del “primer santo millennial”. La palabreja millennial hace referencia a la generación que alcanzó el uso de razón con el milenio del año dos mil y a los que tras cortarles el cordón umbilical de su cuerpo les unieron con una nueva conexión a la tecnología informática. En este sentido, no son pocos los que se refieren a Carlo Acutis como el “Influencer de Dios”.

Y todo esto es bello e instructivo, como dice el director de Hispanidad, pero es poca cosa para definir a un santazo como Carlo Acutis, que con su vida ha contribuido a consolidar los cimientos de la santidad universal, a la que estamos llamados todos los bautizados. Y explico este aspecto.

Antes del pontificado de San Juan Pablo II (1978-2005), Carlo Actuis no habría podido ser canonizado. Según mis datos, en Roma y también en otros lugares lejos de la Ciudad Eterna, San Juan Pablo II celebró casi doscientas ceremonias de beatificación y canonización, en las que elevó a los altares a 1.338 beatos y 482 santos. Sin embargo, San Juan Pablo II se encontró que los procesos de beatificación de los niños estaban frenados por una norma canónica, dictada precisamente en beneficio de los fieles. Dicha norma decía que la vida de una persona podría haber sido la mayor parte del tiempo un desastre, pero si los diez últimos años habían sido ejemplares, con esa década al menos era bastante para abrir un proceso. Y esto que era una facilidad para los adultos, probar que se vivieron las virtudes en un grado heroico como mínimo durante diez años, se convirtió en obstáculo para los niños y adolescentes que morían con menos de una década de uso de razón, como es el caso de Carlo Acutis.

San Juan Pablo II se encontró que los procesos de beatificación de los niños estaban frenados por una norma canónica que decía que la vida de una persona podría haber sido la mayor parte del tiempo un desastre, pero si los diez últimos años habían sido ejemplares, con esa década al menos era bastante para abrir un proceso

En consecuencia, con motivo del cuarto centenario de la Congregación de la Causa de los Santos (1588-1988), por indicación de San Juan Pablo II se celebraron una serie de sesiones en las que se llegó a la conclusión de que la llamada universal a la santidad de los bautizados es incompatible con la exclusión de los niños a ser proclamados santos, porque de excluirlos dejaría de ser “universal”. Dicha excepción era un torpedo en la línea dogmática de flotación de la nave de la Iglesia y, por lo tanto, en el caso de los niños había que modificar el requisito de los “diez años” de estudio de las virtudes heroicas y examinar su vida solo durante el tiempo que tuvieron uso de razón.

Y en este sentido es en el que afirmo que la canonización de Carlo Acutis disipa cualquier duda de que todos los fieles de la Iglesia católica estamos llamados a la santidad. Y todos es todos, incluidos los niños. Así es que a ver si en las parroquias y en los colegios durante las catequesis les enseñan a los niños las verdades de la fe, incluidas las de la existencia del Cielo y del Infierno, porque al esconder estas verdades, reduciendo la catequesis a mamarrachadas como lo de pintar la chancleta de Jesús y hacer gestos de solidaridad, es tanto como sostener que los niños no pueden ser herederos del Cielo.

Sin duda que la ejemplaridad de la vida de los santos provoca nuestra admiración, pero en definitiva, su proclamación oficial al elevarlos a los altares tiene como objetivo que su comportamiento nos sirva de guía para que nosotros también lleguemos al Cielo. Y de San Carlo Acutis tenemos unas cuantas enseñanzas que aprender.

En cuarto centenario de la Congregación de la Causa de los Santos (1588-1988), por indicación de San Juan Pablo II se celebraron una serie de sesiones en las que se llegó a la conclusión de que la llamada universal a la santidad de los bautizados es incompatible con la exclusión de los niños a ser proclamados santos, porque de excluirlos dejaría de ser “universal”

 

En estos días ha visto la luz una biografía ilustrada de Carlo Acustis, que hace buena la sentencia de que una imagen vale más que mil palabras. Y cuando las ilustraciones de este libro son creación de la genial Tina Walls, a la cantidad de las mil palabras se les puede poner unos cuantos ceros más. El libro si bien está dirigido para niños de siete a diez años, resulta también muy provechoso a los mayores.

Es sorprendente como Dios se vale de instrumentos que a los hombres se nos escapan. La intervención de Jan Tyranowski (1901-1947), un humilde sastre de Cracovia, fue decisiva en la vocación sacerdotal de San Juan Pablo II; de manera que de no haber sido por ese sastre… Y en el caso de San Carlo Acutis, quien le encarrila hacía el Cielo es su cuidadora. Así lo cuenta el Ángel de la Guarda de Carlo Acutis en el libro de Tina Walls, porque si geniales son sus ilustraciones, el texto que las acompaña tiene un estilo angelical. Esto es lo que dice el Ángel de la Guarda de Carlo Acutis de Beata, la niñera buena:

“La familia se puso a buscar a la persona perfecta para cuidar al pequeño Carlo, y un día los abuelos mencionaron un nombre: ‘Beata’.

Yo sabía que era la persona adecuada para ayudarme en mi misión y no me equivocaba. Beata era una chica polaca muy buena, que quería mucho a Jesús y que cuidó a Carlo con mucho cariño.

No quiso perder la ocasión para hablarle de Jesús, de María y de los santos, pues sabía que era lo mejor que le podía enseñar, así que poco a poco le fue enseñando a rezar con mucha devoción”.

Ilustración del libro de Tina Walls, en la que se cuenta la catequesis que Beata le dio a Carlo Acutis.

 

Beata que, sin duda, había adquirido en su Polonia natal una piedad recia, ni le dio una catequesis al estilo Barrio Sésamo ni le enseñó canciones almibaradas que confunden la santidad con el sentimentalismo. Beata le enseñó la devoción a la Virgen y por eso rezaba todos los días el rosario con él, y sobre todo le mostró el valor de la Santa Misa y de la Comunión. Caló en su alma tan hondo esta enseñanza que Carlo Acutis, antes de hacer su Primera Comunión, solía decir a los mayores: “¡Qué suerte tenéis las personas al poder recibir a Jesús todos los días!”. Y con el tiempo acabó llamando a la Eucaristía su “autopista hacía el Cielo”. Y recibir a Jesús Sacramentado se convirtió para él en lo más importante del día, por lo que no entendía que en las iglesias no hubiera largas colas a todas horas para recibir al Señor.

Beata le enseñó a Carlo Acutis la devoción a la Virgen y por eso rezaba todos los días el rosario con él, y sobre todo le mostró el valor de la Santa Misa y de la Comunión

Y para dar a conocer al mundo entero este su gran descubrimiento utilizó Internet como un gran altavoz, y se valió del atractivo que tiene la difusión de los milagros eucarísticos, para propagar la devoción a la Sagrada Eucaristía.

Toda esta vida religiosa tan corta y tan plena de San Carlo Acutis estuvo avalada por una caridad efectiva, con acciones concretas que le llevaban a dar sus cosas y a darse él mismo a los demás. Así se entiende que con este entrenamiento se abrazara con alegría a la Cruz al final de sus días como solo lo puede hacer un santazo de la categoría de Carlos Acutis que, sin propaganda alguna ni campañas de imagen, tiene millones de devotos en todo el mundo lo que, además de tener reconocido un milagro por su intercesión, es otra de las condiciones exigidas para que la Iglesia le proclame santo.

 

Javier Paredes

Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá