Semanas atrás el lobby gay logró imponer en la Unión Europea, con Von der Leyen, la estrategia del lobby LGTBIQ+ -seguro que me olvidado de alguna letra-, que no es otra cosa que la conocida autodeterminación de género. Pero ojo, en este caso, infantil.
¿Qué es la autodeterminación de género? que tú decides si eres hombre, mujer, gay, trans o alguna que otra variante hasta llegar a los 112 sexos de la ONU.
Ahora bien, habrá que volver a repetir que no nacemos, nos nacen. Nadie nos ha pedido permiso para nacer, ni somos dueños de nuestra existencia. No nos creamos a nosotros mismos: somos seres contingentes.
Y así, nadie nos ha pedido permiso para nacer hombre o mujer, nos nacieron hombre o mujer nadie nos ha pedido permiso para crearnos listos o tontos, guapos o feos, altos o bajos, ricos o pobres. Las condiciones las marcó el Creador -o la naturaleza-, si no quieren que discutamos, la naturaleza: nosotros, no.
Por lo tanto la autodeterminación de género o el autoapercibimiento de género -como diría la gran intelectual Irene Montero- es una 'grossen chorradem', una gilipollez de inconmensurabels proporciones, de anchuras siderales... que ha terminado en lo que tenía que terminar, en mutilaciones.
Ahora bien, el asunto, es cada vez más grave: lo que ha aprobado la Unión Europea es la autodeterminación de género... en los niños, o sea un demoniaco lavado de cerebro a la infancia.
Esto no es otra cosa que perversión de menores. Porque ya me contarán: si un adulto no puede ser si no aquello para lo que le nacieron... no les digo un pobre niño que jamás se ha planteado si debe ser niño o niña. Es lo que nació.