• Y tampoco elegimos si nacemos hombres o mujeres.
  • Ni negros o blancos, ni altos o bajos, ni listos ni tontos, ni guapos ni feos.
  • Pero sí se nos concede el formidable don de la vida.
  • Por lo demás, yo tampoco quiero pagar con mi dinero operaciones de cambio de sexo. De la misma forma que no quiero pagar abortos… aunque me obligan a ello.
Yo creo que Donald Trump hace bien al prohibir la entrada de homosexuales en el Ejército y también hace bien en prohibir que el ejército pague la operación quirúrgica, y supongo que no muy agradable, del cambio de eso que están ustedes pensando. Recuerdo al ministro de Felipe González, responsable de Sanidad, Julián García Vargas, diciéndonos a los periodistas que la Sanidad pública no estaba para pagar caprichos. Y tenía razón. Ser hombre o ser mujer no es una enfermedad. Nacemos hombres o mujeres. Ni se nos pide permiso para nacer ni se nos da a elegir el sexo. Y tampoco se nos pregunta ni queremos ser blancos o negros, alto o bajos, listos o medio lelos. Eso sí, Dios (o la señora evolución del señor Darwin, que hoy me siento la mar de tolerante) nos proporciona algo tan formidable como la vida. Podíamos ser más agradecidos y dejarnos de tanta farfolla. Eulogio López eulogio@hispanidad.com