La patraña empieza a resultar poco llevadera. Con esa exquisita objetividad -es decir, hipocresía- que caracteriza a los medios, ahora resulta que las autoridades chinas están estudiando, con científicos chinos si el virus nació en China.

O sea, que los enfermos nacieron en China, la primera epidemia corrió por China, pero no sabemos, no ya quién produjo el virus o por qué la naturaleza formó el virus sino si empezó en China.

Lo más seguro es que fuera una mutación creada en una laboratorio norteamericano propiedad de Donald Trump que lo llevó a China para ganar la batalla comercial a Xi Jinping.

Y aún más pitorreante la salida de pata de banco del director general Tedros Adhanom, que en cuanto oye hablar de China se da por aludido: no hay que politizar el virus. Es decir  que el virus que aunque el virus surgió de China, no hay que llamarle virus chino.

Pues mire sí, este virus es muy raro, nada sabemos de él, ni de su extraño comportamiento y de su ultracontagiosidad. Digamos que es un virus raro. Pero que no se pueda decir que su origen sea China… ya parece un poco cachondeable. 

Sobre el coronavirus sólo hay algo claro: que nos toman el pelo. No sabemos quién aunque sospechamos que tiene los ojos rasgados, ni en qué dirección ni con qué objetivo: pero que esto es un cachondeo, vaya que sí.

De hecho, lo único que no se puede ser respecto al Covid es negacionista… que nadie lo es porque nadie niega su existencia. Pero hombre, que nos tomen el pelo ya empieza a resultar un tanto cansado.

El grado de idiocia que acumula la humanidad con este virus empieza a resultar preocupante.