Mientras la vieja Europa ve languidecer sus monasterios y conventos, desde la abadía francesa de Santa Magdalena del Barroux (Vaucluse) saldrán 12 monjes hasta la abadía de Bellefontaine (cerca de Cholet) en el verano de 2026 para hacerse cargo de la abadía del Barroux, cuyos miembros han alcanzado una edad avanzada que les impide continuar en ese lugar.
La abadía del Barroux fue fundada en 1970 por Dom Gérard, un monje procedente de la abadía de Tournay que deseaba proseguir la vida monástica al estilo tradicional.
Primero se establecieron en un pequeño priorato en Bédoin, al pie del monte Ventoux, acogiendo a una treintena de jóvenes durante las décadas de 1970 y 1980, lo cual hizo necesaria la construcción de un nuevo monasterio.
Más adelante, la Santa Sede reconoció esta comunidad con dos pilares muy importantes: celebrar la Misa tradicional y estar en comunión con el Papa.
Los monjes habían de basarse en la filosofía realista, la observancia monástica heredada de los antiguos y el amor por la liturgia tradicional con su carácter sagrado, hierático, inmutable.
Muchos jóvenes se acercan a Dios atraídos por la belleza de la liturgia tradicional, hecha de simplicidad pero no exenta de profundidad, una belleza insuperable (afirma Dom Gérard) de la que uno nunca se cansa.
"Antes nos veían como tradicionalistas, luego como benedictinos y finalmente como católicos. Ahora, con los contactos que hemos tenido, la percepción se ha invertido"
El obispo de Angers, Mons.Delmas realizó una investigación previa antes de aceptar el nuevo monasterio en la diócesis y quedó tranquilo al comprobar que los monjes rezan a partir de las 3'30 de la madrugada y vuelven siete veces al coro de la iglesia para recitar los Oficios.
Ante las posibles inquietudes que pueda suscitar la llegada de los nuevos monjes a Bellefontaine, el P. Abad recuerda lo esencial:
"Somos hombres de oración y ese es nuestro oficio principal. No somos guerreros, ni políticos, ni influencers. Vivimos en clausura con la irradiación natural de una abadía que reza"
Hemos de recordar que la vida consagrada monástica tiene como lema el "Ora et labora" de San Benito.
El monje dedica ocho horas del día a rezar, ocho a trabajar y ocho a descansar.
La vida de estos santos varones apunta a lo único necesario: Dios.
Rece