Todos los años, el 22 de agosto, octava de La Asunción, se celebra en la Iglesia, desde los tiempos del Papa Pío XII, la memoria obligatoria de Santa María, Reina.
En efecto, por ser la Madre de Jesucristo, Rey de reyes y Señor de los señores, la Santísima Virgen María es verdaderamente reina, así como su Hijo es el Rey del Universo.
Ella es reina y señora del cielo y de la tierra.
Su Santidad Pío XII, en proceso de beatificación, al establecer esta festividad litúrgica, quiso que brillase a los ojos del mundo una verdad capaz de traer remedio a nuestros males.
Ciertamente, no es dogma de fe la realeza de María, pero sí es una verdad cristiana y muy católica.
María fue confirmada como reina desde que fue asunta al cielo en cuerpo y alma.
En la Sagrada Escritura, la Reina no es la esposa del Rey, sino la madre del rey.
Y en este caso, dado que Jesucristo es el Rey del Universo, también su Madre es la reina del universo.
En el Concilio de Éfeso del año 431 los Padres proclamaron a María verdadera Madre de Dios, y fue también a partir del siglo V cuando los cristianos empezaron a invocarla con el título de Reina.
Ya en el siglo XX, en concreto con la encíclica del Papa Pío XII "Ad coeli Reginam" del 11 de octubre de 1954, se proclamó a María Reina del Cielo, aunque en verdad Ella es Reina de todo lo creado.
La coronación de María es una secuencia tradicional dentro del ciclo de la vida de la Virgen María.
El Papa San Pío X llamó a María reina en una célebre oración.
Y como hemos dicho, el Papa Pío XII, en 1954, estableció la fiesta de Santa María Reina con estas palabras:
"Instituyo esta fiesta para que todos reconozcan más claramente y veneren con más devoción el dominio misericordioso y maternal de la Madre de Dios"
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, cantamos los católicos a la Virgen María.
María es también Reina de los Apóstoles, Reina de la Paz, Reina de los Ángeles, Reina de los Profetas, Reina de los Mártires, Reina de las Vírgenes, Reina de los Patriarcas, Reina de la Familia, Reina del Santo Rosario, Reina de los corazones, Reina de los desamparados, etc.
Por iniciativa de nuestro Santo Padre el Papa León XIV, el viernes 22 de agosto, memoria litúrgica de la BVM Reina, tendremos en toda la Iglesia un día de ayuno y oración para implorar de Dios el don de la paz por intercesión de la Virgen María, la Reina de la Paz.
La paz no es solamente la ausencia de guerras, sino la tranquilidad en el orden.
Ciertamente, nuestro mundo está necesitado de la paz verdadera, la que nos regala Nuestro Señor Jesucristo, pero los hombres nos empeñamos en no acogerla y preferimos hacernos la guerra y vivir como si no fuéramos hermanos.
Conviene recordar que San Juan Pablo II dijo que, para que en nuestro mundo haya paz, es necesario que se cumplan estas condiciones esenciales: verdad, justicia, amor y libertad.
Todos los Papas han clamado, orado y trabajado por la paz en la tierra, en todo lugar, en todas las almas, en las familias, en los pueblos, en los grupos, en las comunidades.
La paz no nace de afuera para dentro, sino al revés, de dentro hacia afuera.
Primero hemos de estar en paz con Dios, con nosotros mismos y con los demás.
Y de ahí brotará la paz en el mundo.
Nos unimos al Santo Padre en esta jornada de oración y ayuno por la paz, y confiamos en la poderosa intercesión de Santa María, Reina de la Paz.