Sr. Director:
El 19 de junio en algunos lugares y el domingo 22 en otros, celebraremos con toda solemnidad la festividad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, más conocida como la fiesta del Corpus.
Aunque los orígenes de esta fiesta cristiana se remontan al año 1208 gracias a la religiosa Juliana de Cornillón, la primera vez que se celebró en la diócesis de Lieja (Bélgica) en el año 1247, por iniciativa del obispo Roberto de Torote.
Formalmente la celebración del Corpus fue instituida el 8 de septiembre de 1264 por el Papa Urbano IV por medio de la bula "Transiturus de hoc mundo". Santo Tomás de Aquino preparó los textos para la Misa y el Oficio de esta solemnidad, con himnos tales como Pange lingua, Lauda Sion, Panis angelicus, Adoro te dedica, Verbum Supernum Prodiens, etc.
En el Concilio de Viena del año 1311, Clemente V dará las normas para regular el cortejo procesional en el interior de los templos e incluso indicará el lugar que deberán ocupar las autoridades.
En 1316, el Papa Juan XXII introdujo la Octava del Corpus con exposición del Santísimo Sacramento.
Pero el gran espaldarazo para festejar esta celebración lo dio el Papa Nicolás V, cuando en la fiesta del Corpus del año 1447, salió procesionalmente llevando la Sagrada Forma procesionalmente por las calles de Roma.
España es uno de los países donde la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo se celebra con gran esplendor, en algunos pueblos y ciudades todavía el jueves después del domingo de la Stma. Trinidad, por ejemplo en Toledo, Sevilla, Puenteareas, Granada, etc. Y en otros lugares el domingo posterior a ese jueves para facilitar a los fieles la participación en la Misa y en la procesión con el Stmo. Sacramento.
Normalmente se celebra primero la Santa Misa y luego tiene lugar la procesión, que concluye con la bendición del pueblo con el Stmo. Sacramento y la reserva del mismo.
Afirma la fe católica que tras la consagración del pan, éste se ha convertido en el Cuerpo de Cristo, y tras la consagración del vino, éste se ha convertido en la Sangre de Cristo. De tal manera que, bajo las especies del pan y del vino, se contiene real, verdadera y sustancialmente la Divina Persona de Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, el Hijo de la Virgen María, el único Salvador del mundo.
Hubo ocasiones en que algunos negaban que Jesucristo estuviera realmente presente bajo las especies del pan y el vino consagrados; de ahí la preocupación que tuvo la Iglesia en formar a sus miembros y a todo el mundo en general acerca de la recta doctrina referida al Santísimo Sacramento del Altar.
El Concilio de Trento, que tuvo lugar entre los años 1545 y 1563, trató de los sacramentos en general en la sesión celebrada el 3 de marzo de 1547. Y en la sesión XIII, celebrada el 11 de octubre de 1551, promulgó el decreto y los cánones sobre el sacramento de la Eucaristía. En la sesión del 17 de septiembre de 1562 aparece la doctrina acerca del santísimo sacrificio de la Misa.
Se definió la Eucaristía dogmáticamente como un auténtico y verdadero sacrificio expiatorio en el que el pan y el vino, gracias a la acción del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.
El término griego Eucaristía significa acción de gracias, pero la realidad de este sacramento es tan grande y tan profunda, que también se le llama Santo Sacrificio, Cena del Señor, Fracción del Pan, Sagrada Comunión, Santísimo Sacramento, Los Santos Misterios, Misa, etc.
El apóstol San Pablo escribe en 1ª Cor. 11, 23 años: "Yo he recibido una tradición que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan y después de dar gracias lo partió y lo dió a sus discípulos diciendo: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que se entrega por vosotros.
Lo mismo hizo con el cáliz lleno de vino después de cenar, dió gracias y lo pasó a sus discípulos diciendo: Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, de la Alianza Nueva y Eterna, que se derrama para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía"
De este modo, cada vez que se celebra la Santa Misa se hace presente de nuevo el Misterio Pascual de Cristo: su Pasión, Muerte, Sepultura y gloriosa Resurrección, o sea, el misterio de la salvación de todo lo creado.
Para manifestar públicamente nuestra fe en Cristo, Dios verdadero y hombre verdadero, colocamos la Sagrada Forma en la custodia y vamos procesionalmente desde el lugar de donde hemos salido hasta el lugar donde finalmente se nos dará la bendición.
Durante el camino vamos cantando y alabando al Señor y dando gracias porque ha querido quedarse con nosotros y ser nuestro alimento espiritual, hasta que lleguemos a contemplarle cara a cara en el Cielo.
Alabado mar el Santísimo Sacramento del Altar.
Mar por siempre bendito y alabado