La noticia es que el muy prestigioso cardenal Joseph Zen, antiguo obispo de Hong Kong y el hombre que se ha enfrentado a la rendición del papa Francisco ante la peor tiranía del mundo y una de las más cristófobas, es decir, la dictadura china de Xi Jinping, digo que el cardenal Zen... a sus 93 años... ya no tiene miedo a hablar. 

El fin de semana del 6-7 de septiembre, la llamada comunidad LGTBIQ+, aunque en breve aumentarán las siglas, fue invitada a vivir el jubileo 2025 en el Vaticano. 

Naturalmente los partidarios de dicha celebración se preocuparon de recordar que la doctrina de la iglesia no condena la homosexualidad pero sí los actos homosexuales. 

La distinción es importante y rebela la recia delicadeza del autor del catecismo vigente, San Juan Pablo II, pero eso no significa que la Iglesia haya cambiado y apruebe la homosexualidad. 

Concluir otra cosa sería como decir que la Iglesia no condena a la raza humana pero sí la razón humana, que es lo que caracteriza a la única especie racional. 

Pero es cierto, y no deja de ser un detalle de respeto hacia los gays, que el Catecismo vigente (número 2357 y siguientes) reconoce esas inclinaciones hacia el mismo sexo y no las condena pero sí condena, de forma inequívoca, las practicas homosexuales, es decir, que el homosexual se de a la sodomía.

En cualquier caso, Francisco, no León, aunque León lo mantuvo, fue quien invitó a los homosexuales a vivir el jubileo. 

Ojo, no invitó a las asociaciones gays católicas que tratan de vivir la doctrina católica, es decir, la castidad -que las hay- sino a las asociaciones gays más radicales, que exigen a la iglesia que modifique su doctrina.

Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: escenas carnales en San Pedro y una actitud de burla hacia el jubileo... eso, cuando no degeneró como asegura el cardenal Zen, en una auténtica profanación de la Basílica central del Cristianismo. Vamos, que hacen en la Meca lo que hicieron en Roma y...

Así que el cardenal Zen ha pedido un acto de reparación y otros obispos lo han apoyado. La respuesta oficial del Papa Prevost ha sido el silencio. Y es bello el silencio pero no puede serlo cuando se presta a confusión.

Posiblemente, León XIV no quería enmendarle la plana a su antecesor, algo que no se debe hacer, pero sí hablar claro, pues tiene la obligación de aclarar la doctrina de la Iglesia, en materia de homosexualidad que es muy clara. 

Con la doctrina no se juega. El programa del Papado de León XIV es la unidad. Yo añadiría: unidad y claridad.