Seguimos sin entenderlo. Dice el fiscal del caso Vatileaks-2 que no se juzga al cura español Lucio Vallejo por filtrar documentos sino por la manera de obtenerlos. Hombre, que yo sepa se birlan documentos para conocer o para dar a conocer a terceros. Y eso es lo que se castiga, la filtración, no si han empleado una acreditación o una ganzúa para obtenerlos. Además, insisto en lo mismo: ¿no quedamos en que los pecados de la iglesia debían ser publicitados, luz y taquígrafos, e incluso juzgados por los tribunales civiles? Porque entonces al cura Lucio Vallejo, si es el filtrador, deberían darle una medalla en lugar de meterle en la cárcel. Y conste que esto no es una defensa del señor cura. Porque si realmente ha filtrado los documentos a dos periodistas comecuras con ganas de incordiar y que, encima, confunden la gimnasia con la magnesia, en Hispanidad consideramos que Vallejo debe ser condenado a galeras: no por traidor sino por bobo. Lo que ocurre es que no comprendemos el Vatileaks-2 como no entendimos el uno. De hecho, lo único que comprendimos y comprendemos ahora es que la noticia no es buena para la iglesia. Entonces, ¿por qué, encima, los más duros con él, los que con más entusiasmo enfatizan el caso, son los propios clérigos? ¿Sólo porque el tal Vallejo es del Opus Dei? Primero fue un mayordomo, luego un cura-economista. ¿Seguro que esto es la reforma de la curia? Insistimos: el Papa Francisco no está solo. Lo que está es muy mal acompañado, sobre todo por la progresía clerical que le rodea. La reforma de la Curia consiste en exiliarles. Mismamente a Zimbabue. Hispanidad redaccion@hispanidad.com