Dos fueron los colectivos que convirtieron un ataque al corazón en un caso de racismo: los delincuentes senegaleses y los concejales de Manuela Carmena.

Así ahora resulta que los luchadores contra el racismo policial eran traficantes de drogas e incluso algún detenido por asalto a mano armada, todos ellos jaleados por concejales de Manuela Carmena y por diputados y senadores de Podemos, horrorizados ante la barbarie de un policía que trató de salar la vida de un pobre emigrante que había sufrido un infarto.

Dicho lo cual, los defensores del su compatriota se dedicaron a romper mobiliario urbano.

Y aquí no dimite nadie, ni tan siquiera Rommy Arce.