La historia decidirá si Rodríguez Zapatero lo ha hecho peor en materia económica, en política internacionial o en materia de derechos y libertades, especialmente del derecho a la vida, a la familia y a la libertad religiosa. El ránking no resulta sencillo.

Centrémonos ahora en su vertiente diplomática. Con esa pertinencia que le caracteriza, ZP se ha convertido en el tonto útil, y un pelín cobarde, de la Cumbre hispano-turca. El premier y casi califa del Imperio de la Sublime Puerta, Recep T. Erdogan, uno de nuestros peores ciudadanos globales, se hinchó a arremeter contra Israel en presencia de ese hombre fuerte que es ZP, a la que acusó de terrorismo de Estado y de burlarse de las resoluciones de la Naciones Unidas. Erdogan se siente cada vez más fuerte y si los chinos crearon el capitalismo marxista (ya saben, un país dos sistemas) él pretende para Turquía el fundamentalismo capitalista. Nada de incompatibilidades: el integrismo islámico es incompatible con la libertad y con la democracia, pero no con el sistema capitalista.

Con ese coraje que le caracteriza y que le ha ganado el respeto de la diplomacia internacional, ZP justificó las barbaridades del premier turco, diciendo que había que comprender que en la llamada "Flotilla de la libertad" murieron nueve personas. No contento con mostrar actitud tan comprensiva, aseguró que él siempre había estado por el reconocimiento del Estado palestino, por más que los palestinos no quieran reconocer al Estado de Israel, y por más que el mundo hebreo sea la única democracia de Oriente Próximo -que no lo dice todo, pero algo dice-, y por más que los palestinos hayan vuelto a lanzar una campaña de actos, ahora sí, terroristas contra Israel.

Por si acaso no le había pasado ya la mano por el lomo al sátrapa de Ankara, ZP se apresuró a señalar que es un firme partidario de la entrada de Turquía en la Unión Europea. Olvidando al parecer, que en Alemania están hartos de los turcos y que Francia votó en referéndum contra la constitución europea -¡Menos mal!- por una sola razón: los franceses no quieren al fundamentalismo islámico en el seno de la UE, al menos no a nivel de Estado.

Por cierto, Erdogan tiene claro que su mayor enemigo no es el judaísmo, sino el cristianismo. Buena prueba de ello es que mira hacia otro lado cuando se produce un atentado contra cristianos en Turquía, provocados por un cada vez más agresivo fundamentalismo islámico. Hoy en día los cristianos en Turquía son ciudadanos de segunda división.

¡Ánimo!, quedan menos días para que el presidente del Gobierno español se convierta en expresidente.

En el entretanto, ¿qué hace Mariano Rajoy? Pues lo que se ha propuesto: no hablar de política internacional ni de derechos y libertades y ceñirse a la economía. Porque, si habla podríamos enterarnos de lo que piensa.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com