Sr. Director:
Algunos laicistas recalcitrantes piden que se supriman los símbolos religiosos en los centros públicos y también en los concertados, puesto que están sostenidos con fondos públicos.

 

¿Es que no saben que muchos padres eligen algunos de esos centros, precisamente porque desean educar a sus hijos de acuerdo con un sentido cristiano de la vida, expresado entre otras cosas, por esos símbolos?

La educación según un ideario -el que sea, religioso o no- propia de muchos centros concertados, es un servicio público en cuanto hay padres que desean ese tipo de educación para sus hijos.

Y la posibilidad de elegir ese tipo de centros es un derecho constitucional. Los símbolos contribuyen a expresar las convicciones y valores que definen la identidad de las personas y comunidades humanas. Suprimirlos contribuiría a un uniformismo cosificador, más propio de los totalismos igualitaristas que de las sociedades libres.

En cuanto a la su supresión en los centros públicos, supone ignorar una tradición cultural de gran arraigo con la que están de acuerdo la mayoría de los padres. Al respecto, es interesante la declaración que hizo, a raíz de la Ley del velo en Francia, la Federación Internacional de Derechos del Hombre de Helsinki (FIH): No le corresponde al Estado determinar qué manifestaciones de religiosidad son legítimas cuando no violan los derechos humanos fundamentales de otras personas o no ponen en peligro la seguridad pública, la salud o las buenas costumbres.

No creo que sea este el caso.

Anna Batista Majem