Con una audaz estrategia política, el alcalde de Madrid, el pepero Alberto Ruiz Gallardón loado sea su nombre- le ha quitado el puesto al mago Baltasar y se ha colocado en la histórica troika regia de Oriente, con su objetivo habitual: mantener las esencias, aun a costa de asumir un protagonismo siempre indeseado, y modernizar la Epifanía y haciéndola enlazar con lo más granado del movimiento contemporáneo: Naciones Unidas, la convivencia entre culturas y la paz. ¿Acaso la Epifanía no es la manifestación de Dios al mundo a través de los Magos gentiles? Pasen y vean:

El Ayuntamiento de Madrid anuncia de la siguiente guisa (no me invento nada, pueden pedir el correspondiente prospecto sobre Fiesta Navideñas en dependencias municipales o consultar la página WEB) la cabalgata de los Reyes Magos de Oriente, a celebrar el 5 de enero, a las 18,30 horas: Año Internacional de Acercamiento de las Culturas (sic). No se lo ha pensado él, es el año decretado por la ONU, esa amiga leal de la tradición cristiana.

El señor alcalde loada sea su figura- nos asegura que los Reyes Magos quieren unirse a este mensaje con una Cabalgata Universal (las mayúsculas resultan relevantes) en la que concurran y se entiendan las diferentes culturas, como una metáfora de lo que debe ser un mundo en paz.

Como guinda de esta tarta de melaza el regidor al que deseamos larga vida alejado de nuestras vidas- en honor a Hong Kong otra cultura con la que hermanarse, por si no lo habían cogido- nos comunica que la estrella de la Cabalgata será un dragón, que, en el orbe cristiano, no deja de ser el símbolo del mal serpiente o dragón infernal-desde el Apocalipsis hasta ahora mismo. Porque no se lo van a creer, pero los Magos elevados a reyes por una hispana tradición- no son personajes, sino personas reales, citadas en el documento más demostrado de la historia, el más documentado de todos los existentes: los evangelios.

Por contra, el dragón es un personaje de ficción, que toma forma en el mundo espiritual y en la jibarizada y poco espiritual cabeza de nuestro primer mandatario ciudadano que su vida sea fructífera y feliz-.

Y esto es bello e instructivo porque nos muestra la interculturalidad y, probablemente, algún palabro aún más extensible, que adorna la mente de la primera autoridad municipal -largos y venturosos sean sus días- y, si los Reyes Magos no lo remedian, futuro presidente del Gobierno de España, un hombre que ha conseguido el mismo nivel de majadería que su amigo Zapatero pero que, no contento con ello, ha superado la egolatría del pucelano recriado en León.

Así, entre nosotros, a la madrileña Cabalgata de Reyes puede ir Leyre Pajín, Pedro Zerolo aupado en el cuello del dragoncete- o y el pepero del vómito, vicealcalde Manuel Cobo, pero no el abajo-firmante. Asimismo, aconsejo a sus Majestades, los Magos de Oriente,  eviten tamaña horterada y destinen su precioso tiempo a repartir satisfacciones entre la chiquillería, que esos sí que saben lo que quieren y nada tiene de cursis.

¿Que dónde comienza la decadencia cultural? Aquí, en la frivolidad de la  Cabalgata Universal, en el dragón hongkongiano de Albertín. ¿Qué qué es la frivolidad? Lo contrario de la seriedad. Serio es aquel que siempre tiene algo que decir y, si no, se calla. Frívolo es el que siempre habla y nunca dice nada.

Alberto, hijo, ¿no podrías ser un pelín menos hortera?

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com