Resta importancia a que ellos mismos hayan señalado no sentirse libres en España

Estamos en el mundo de los eufemismos. No se puede hablar de deportación, sino de liberación. Y los presos políticos cubanos que van a ser próximamente dispersos a Málaga y Logroño, no van a ser dispersos, sino que se les va a encontrar una mejor ubicuación. ¡Toma eufemismo! La realidad es que están solos, desatendidos y viviendo en una nave de un polígono industrial donde tienen a los acogidos de las pateras. Familias con hijos, algunos bebés, viviendo hacinados, en la punta de la nada de Madrid, sin metro ni tiendas en la calle.  A eso es a lo que De la Vega califica de bien atendidos.

Según ha podido saber Hispanidad, los bebés están teniendo que ser lavados en los lavabos. ¿Qué dice De la Vega? No se preocupe, les compraremos unas cunitas. Llega tarde, vicepresidenta. Ya ha sido la caridad de amigos la que ha operado, no la agilidad de un Gobierno que les ha colocado en una situación de limbo. Han venido libremente, dice De la Vega. Falso. Han venido bajo la coacción de que sería su última oportunidad y de que de otra manera se iban a terminar pudriendo en la cárcel sin poder abrazar a sus familiares.

Y llegan con estatus de inmigrante y no de deportado porque ni Cuba ni España quieren reconocer que hay presos políticos. La explicación oficial es que el refugiado no puede volver. ¿Es que los Castro les dejarán volver algún día? ¿Es que no tenemos ya suficiente experiencia acumulada para saber que eso no va a ocurrir jamás? ¿Es que no sabemos que lo que pretenden los Castro como dijimoses vaciar Cuba de disidentes? Me avergüenza un Gobierno que se reúne con los que lapidan y cuelgan a los homosexuales de las grúas y que no es capaz de atender con dignidad a los presos políticos. Aunque sean cubanos. ¿Es esto apostar por los derechos humanos?