Sr. director: 

En su edición del día 13 de enero de 2003 aparecía una carta titulada: "Pero... ¿cómo que Papa Noel no existe?". Aunque entiendo la opinión del remitente porque yo misma creía hace poco que la existencia de Papa Noel era una pura invención, me ha resultado entrañable y alentador la revelación de un sacerdote que hace muy poco me explicaba el origen cristiano de esta tradición "paganizada".

Intentando averiguar algo más de estas raíces, he encontrado este artículo publicado por www.edaddorada.net

Hace mucho tiempo, en un pueblo llamado Patára de las costas del Mar Mediterráneo en Asia Central, nació un niño de padres muy ricos, Nikelaos, que quiere decir "la victoria del pueblo", en castellano es Nicolás y en ingles Claus.

Claus desde muy pequeño desarrolló un profundo amor por el Maestro Jesús, y se hizo la promesa de vivir como Él. Los padres de Claus se murieron cuando el todavía era un adolescente y quedó rico siendo muy joven. Claus comenzó a usar la fortuna que heredó de sus padres para hacer el bien a los demás. 

Un amigo de Claus tan rico como él, quedó arruinado y con tres hijas que mantener, el pobre hombre se vio tentado a vender sus hijas para que no pasaran hambre. Claus se enteró del asunto y para que su amigo no vendiera sus hijas, cada noche se subía al techo de la casa de su amigo, bajaba por la chimenea y a escondidas le dejaba fantásticos regalos en oro. 

Muy cerca de Patára en un pueblo llamado Myra había un Obispo que estaba muy viejo, cansado y no encontraba quien lo sustituyera en su cargo. Un día el viejo obispo en oración le dijo a Jesús que ya no aguantaba más y que al próximo hombre que entrara por las puertas de la iglesia, él le daría su cargo de Obispo. Claus que pasaba en ese momento por allí se le ocurrió entrar, y al hacerlo, sorpresivamente fue convertido en Obispo de Myra. 

Claus como Obispo de Mira se dedicó a lograr que la gente pusiera en práctica las enseñanzas de Jesús.  

Claus tenia la fama de ser santo. Una vez había una gran escasez de alimentos en Myra y cerca del puerto del pueblo pasó un barco cargado de provisiones. Claus le pidió al capitán del barco que le dejara todo ese cargamento para que la gente comiera y no se muriera de hambre. El capitán aceptó, dejando las bodegas del barco completamente vacías. Tan pronto el barco zarpó, Claus hizo un milagro y las bodegas se llenaron nuevamente de alimentos. 

Había en Myra un hombre muy malo que le gustaba matar a los niños y servirlos como comida en el restaurante que tenía. Santa Claus al enterarse de esto corrió hacia el restaurante, regañó al señor diciéndole que eso no se hacia, y con un poder maravilloso dado por Dios, resucitó a los niños que habían sido sacrificados. 

Todos los Diciembre, Claus se dedicaba con esmero a recibir el Espíritu de la Navidad, celebrando el día veinticuatro el nacimiento de Jesús, repartiendo regalos a la gente, especialmente a los niños.

Una Navidad, unos pillos por pura maldad, decidieron quemarle la iglesia a Claus y todo quedó vuelto cenizas, menos un Niño Jesús que se salvó de las llamas milagrosamente, porque Claus lo sacó acurrucado entre sus brazos sin quemarse, mientras en su cara se dibujaba una gran expresión de victoria y alegría. 

Un día cinco de Diciembre cuando Claus se preparaba anticipadamente para recibir la Navidad, Dios lo llamó a Su lado para que Lo ayudara desde el cielo en las festividades navideñas. A partir de ese día Claus se dedica todos los Diciembre a ayudar a Jesús en las fiestas navideñas y a suministrarle dinero a los padres de los niños que se portan bien todo el año, para que la noche de Navidad le compren muchos juguetes en nombre de Claus y el Niño Jesús.

En un hermoso sarcófago tallado en mármol depositaron el cuerpo de Claus, donde pasó casi quinientos años totalmente intacto y como era Santo ya no le decían Claus sino Santa Claus. 

Un pintor que se llamaba Habdon Sudblom que trabajaba para la fábrica de bebidas Coca Cola, se le ocurrió pintar a Santa muy alegre, bonachón, llevando una bolsa llena de juguetes, vestido de rojo, con una barba blanca y barrigón, que encantado se tomaba una botella de Coca Cola. 

Hoy en día todos los niños del mundo y muchos adultos también, esperan que Santa baje por la chimenea y les deje un regalo al pie del arbolito la noche de Navidad. 

Todavía en la ciudad de Myra existe la iglesia donde vivió Santa Claus y en Bari se veneran las reliquias del cuerpo de Santa Claus que sigue emanando el milagroso y perfumado aceite curativo.

Detrás de cada persona que da un regalo en Navidad está Santa Claus prodigando su bendición con la alegría del JO, JO, JO, de su inconfundible risa. 

Elena Fernández