Felipe González trabaja por un pacto de estado PP-PSOE con Rubalcaba al frente de los socialistas

 

El candidato socialista reprocha a Zapatero haber abofeteado a Prisa y haberse ido con Mediapro-la Sexta. En cualquier caso, los felipistas intentan que un deprimido Rubalcaba no ceda el poder a Carme Chacón.
Al candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, no le ha sido posible ni rodearse de un 'comité de sabios', como hizo José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 y en 2008, ni tampoco arroparse con los artistas de la ceja. ¿Razón? Nadie ha querido comprometerse esta vez con el PSOE. Pese a que Rubalcaba es amigo de Serrat, de Miguel Ríos, de Miguel Bosé y de otros famosos que podrían haber dado la cara por el partido como en otras elecciones, no ha querido llamarles personalmente porque le ha llegado por diferentes vías que no quieren comprometerse.Lo mismo ha pasado con profesionales de otros sectores que han rehuido la foto con Rubalcaba.

De esta manera, el candidato del PSOE está solo y esa soledad puede interpretarse como la venganza de Zapatero frente a Rubalcaba por la actitud que este ha adoptado de ruptura total y absoluta con la etapa ZP. Una actitud que ha tenido algunos momentos destacados, como no citar ni una vez al presidente del Gobierno en el debate con Rajoy o sus discrepancias sobre la forma de hacer la reforma constitucional para limitar el déficit público, entre otras.

Pero las discrepancias entre Zapatero y Rubalcaba tienen más aristas. Rubalcaba reprocha a Zapatero el haber despreciado al Grupo PRISA y haberse echado en manos de Mediapro-La Sexta: es decir, haber tenido un oído para Miguel Barroso (casado con Carmen Chacón y ex secretario de Estado de Comunicación) otro para Javier de Paz y otro para Pedro José Ramírez. El primero, sobre todo, habría sido el artífice del alejamiento de ZP del grupo PRISA y de la aspiración fallida de crear un grupo mediático alternativo (La Sexta, Público…) que, al final, ha resultado ser un fiasco.

Sin embargo, en el Partido Socialista sigue teniendo peso específico Felipe González, un ex presidente del Gobierno que prefiere, en un momento de emergencia nacional, un pacto nacional entre PP y PSOE para poder adoptar las medidas necesarias para salvar al país, por muy duras que éstas sean. Ese pacto estaría protagonizado por Alfredo Pérez Rubalcaba y por Mariano Rajoy, tal y como quedó de manifiesto en los compases finales del debate televisivo, cuando ambos se ofrecieron ayuda mutua para lo que hiciese falta. Y es que los recortes que hay que realizar son tan duros que, o se presentan a la ciudadanía como fruto del consenso entre todos los partidos, o si no, podría dispararse la conflictividad social.

Y es que el, con toda probabilidad, futuro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, necesitará el apoyo del PSOE para que Europa -es decir, la canciller alemana Angela Merkel- no intervenga España, como ha hecho con Grecia e Italia.

Y mientras, la prioridad número uno del PSOE ahora es obtener un buen resultado en Andalucía y evitar la derrota en las posteriores elecciones autonómicas, pues es el único poder territorial sólido que le queda al partido. Sin embargo, las encuestas que maneja el PSOE apuntan a un vuelco espectacular también en Andalucía a favor del PP. En ese caso, la disputa por la sucesión estaría asegurada. Y es ahí donde el papel de Rubalcaba -aunque deprimido por las encuestas- también sería relevante: es el único que hoy por hoy podría garantizar una sucesión pacífica dentro del partido y evitar un congreso caótico.

Porque el próximo será un congreso con bastantes candidatos a la secretaría general de los socialistas. Al menos dos, en función también de lo que haga Rubalcaba: Carme Chacón -que el felipismo no desea de ninguna de las maneras- y el joven vasco Eduardo Madina. Este último estaría tutelado por el socialismo vasco y por el propio Rubalcaba. Si no puede acceder a la secretaría general, Rubalcaba tendría que quedarse, al menos, como portavoz parlamentario en la próxima legislatura, un escenario que a él no le desagrada.

Andrés Velázquez

andres@hispanidad.com