En Hispanidad hemos mantenido que el Nuevo Orden Mundial (NOM), la progresía, para entendernos, ha secuestrado el mensaje del Papa Francisco, a costa de manipular su mensaje. Pretenden hacerle uno de los suyos para después martirizarle.

Con el obispo Rouco parece ocurrir lo mismo en España. Feroz campaña de injurias por sus palabras acerca del peligro de repetir la guerra civil. Insisto en que sus palabras durante la homilía de Adolfo Suárez fueron estas: "La concordia fue posible con él. ¿Por qué no ha de serlo también ahora y siempre en la vida de los españoles, de sus familias y de sus comunidades históricas Buscó y practicó, tenaz y generosamente, la reconciliación en los ámbitos más delicados de la vida política y social de aquella España que, con sus jóvenes, quería superar para siempre la Guerra Civil: los hechos y las actitudes que la causaron y que la pueden causar".

Por estas palabras, le han llamado franquista (¿Rouco franquista) por ese epílogo final: "los hechos y actitudes que la pueden causar". Pero vamos a ver: ¿no es pertinente, dada la situación de cainismo que vive el país, advertir, con un ejemplo de concordia como fue Adolfo Suárez, contra los peligros de que la fractura social nos traiga de regreso al guerracivilismo

Porque la interpretación de la progresía, la de izquierdas y de derechas, ha sido que Rouco está llamando a la ultraderecha. ¡Toma ya! Incluso he visto al bondadoso Miguel Ángel Aguilar, un converso furioso al progresismo comecuras, explica en el programa El Intermedio que hay que agradecer al PP que haya "civilizado a los ultras". ¿No es enternecedor

Para entendernos, el guerracivilismo -la guerra civil fría en que vive España- no procede de una ultraderecha montaraz. La ultraderecha en España apenas existe. Y puestos a sentir miedo, antes habría que prevenirse contra la ultraizquierda montaraz y antifascista, apoyada por la izquierda parlamentaria. Por ejemplo, el 15-M e indignados varios.

Y ni tan siquiera esto representa un problema, salvo de orden público. La verdadera raíz del guerracivilismo que vive España no es una lucha entre izquierda y derecha sino entre cristianos y cristófobos. La degeneración de España no es económica ni social, es moral e individual.

Se me podría objetar: ya, pero usted está hablando de una batalla espiritual, no material ni política ni social. Sí, pero es que las batallas espirituales son las batallas más reales de todas y las guerras religiosas siempre acaban por generar víctimas mortales... físicas.

Creo, y aquí le estoy interpretando, que es a eso, a la batalla espiritual, a lo que Rouco se refería, no al problema catalán. No se puede entender España sin sus esencias católicas. Lo que ocurre es que España, en efecto, ha dejado de ser católica. Y ahora no me refiero sólo a la izquierda sino también al progresismo de derechas del Partido Popular. Y cuando un pueblo reniega de sus esencias es cuando acaba en guerra civil... porque está luchando contra sí mismo.

Y la manipulación -y los insultos consiguientes- del espléndido mensaje de Rouco sí que es síntoma de cainismo y de guerra civil. Guerra fría, ciertamente, porque ya no calzamos alpargatas, como en el 36, y porque nuestro bienestar nos ha hecho comodones hasta para forzar que nuestros odios nos lleven a empuñar un arma. Ahora preferimos fusilar con el BOE y las tertulias televisivas. Pero es lo mismo: no es la batalla de la España de izquierdas contra la España de derechas. Es la guerra entre cristianos y cristófobos. Guerra cruel y que, en efecto, puede pasar de fractura civil a enfrentamiento violento. De hecho es lo que puede ocurrir si no lo remediamos antes. Remediarlo significa, por ejemplo, contemplar al adversario como alguien que está en el error pero que, al menos, tiene rectitud de intención. 

No olvidemos que la progresía cristófoba sólo obedece a este ideario: abajo los curas y arriba las faldas. Y el que no acepte esto es un ultra.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com