Sr. Director:
En primer lugar, permítame felicitarle por su estupendo periódico que sigo con muchísimo interés todos los días. Me he quedado un poco sorprendido con la crítica hecha al artículo de Henry Kissinger, (Carta del Director del viernes 30 de julio) sobre el desplazamiento del centro de gravedad de los asuntos internacionales hacia Asia. Había leído el artículo antes de su crítica y no puedo compartir algunas de las conclusiones que usted deriva del contenido del artículo.
Kissinger habla sobre geopolítica y muestra la dificultad de conciliar los puntos de vista en el campo de los asuntos internacionales entre un estado tradicional, los EE.UU (con una política exterior basada en intereses), y una Europa en construcción, cuyos intereses nacionales (los de Europa) están todavía por definir (porque Europa, como estado, todavía no existe) y, consecuentemente, en muchos aspectos de sus relaciones internacionales, Europa actúa con actitudes no estatales (es decir, no basadas en intereses ni en la diplomacia tradicional, sino en principios jurídicos: necesidad de aval por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, etc. o morales).
Kissinger nunca dice (como usted afirma) que "el centro de gravedad de los asuntos mundiales se está moviendo hacia el Pacífico", porque "los atlantistas están cada vez más preocupados por si el aspecto no estatal de la unificación europea se podrá reconciliar alguna vez con la experiencia de un país movido por ideas de Estado".
Lo que dice es que esta falta de sintonía con Europa coincide con un período en el que "el centro de gravedad de los asuntos mundiales se está moviendo hacia el Pacífico" y que las relaciones de los EE.UU. con esos países del Pacífico son menos problemáticas que con algunas europeas porque son naciones tradicionales que se mueven por el concepto de interés nacional.
Yo, a partir de ahí, soy incapaz de derivar, como usted pone en la mente de Kissinger, que "
Creo que no es una conclusión legítima del contenido del artículo. Kissinger, tras analizar los diferentes estados asiáticos llega, entre otras, a la conclusión de que estos estados asiáticos, al igual que Europa, podrán sentirse inclinados a desafiar el poder hegemónico de los EE.UU, pero que, al contrario que Europa, no lo harán apelando a principios morales o jurídicos, sino a criterios más tradicionales: el equilibrio de poder. Y de ahí hace una propuesta de política exterior para su país.
No obstante, comparto absolutamente lo que dice sobre el panteísmo oriental y la subordinación que éste hace de la persona a la colectividad.
Bartolomé Bauzá
bbauza@tiscali.it