Preferimos la seguridad ante todo, en su doble versión: seguridad sobre nuestra salud y seguridad sobre nuestra defensa ante una agresión externa. Nadie puede asegurarnos ni la una ni la otra pero, a cambio de ambas promesas, vendemos al Estado nuestro cuerpo y nuestra alma. Y baratito oiga.
No cabe duda: estamos preparados para la tiranía, porque la video vigilancia no termina con nuestra privacidad, que también. Sino con algo mucho más grave: termina con nuestra libertad.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com