El Papa Francisco no ha dudado en responder al promotor y director de La Reppublica, Eugenio Scalfari, de profesión ateo (es decir librepensador), quien le había dirigido una carta bajo un principio muy original: "Dios es una invento para consolar al hombre". Un argumento de esos que podemos llamar circulares, al que los amantes de centrar la existencia de la humanidad en lo que Wodehouse -de cola ciertamente- llamaba 'la psicología del individuo'.

En efecto, con el método Scalfari se puede negar cualquier cosa, hasta la misma existencia, basado en que se trata de una necesidad del ser humano para su consuelo. Ni el rey del idealismo Kant, se atrevió a tanto, a pesar de que él consideraba, también, que la única realidad existente era la mente humana y sus ideas. Si quiero negar algo sólo tengo que afirmar que es un autoconsuelo que alguien o 'alguienes' se han creado.

Francisco ha reaccionado como es habitual en este Papa espléndido: se ha quitado sus vestes pontificias y se ha puesto a la altura del replicante.

Lo ha hecho genial ciertamente, pero una vez más, y en la misma dirección que cuando sus famosas declaraciones sobre juzgar a los gays, ha sido manipulado por el procedimiento de censura. Recuerden,, en su momento –viaje de vuelta de la JMJ, el pontífice aseguró que no se sentía quién para juzgar a un gay. Los titulares se quedaron ahí, por la frase completa de Papa fue ésta: "Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy bella esto. Dice que no se deben marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby". Es decir, no soy quien para juzgarle si busca al Señor y tiene buena voluntad. Por cierto, si busca al Señor y tiene buena voluntad dejará de ser gay.

Ahora ha vuelto a ocurrir lo mismo con Scalfari. Francisco ha dicho que la cuestión para los que no creen en Cristo "está en obedecer a su conciencia". Los progres, especialmente los teólogos, están maravillados: este Papa, vienen a decir, el Papa reconoce una ética laica, el bien contra el mal, independientemente de toda creencia religiosa. Y de ahí, claro estamos llegando a que no existe la verdad y de que cualquier camino es bueno para salvarse porque "la misericordia de Dios es infinita".

Claro que la misericordia de Dios es infinita, y claro que un ateo -cristiano sin dogma- puede salvarse si vive según la ley de Dios. Es la viejísima teoría teológica del bautismo de deseo. Pero, en cualquier caso, eso no significa que el Papa defienda el relativismo –como se repite en todos los medios- o que se oponga a Joseph Ratzinger, su predecesor y todavía Papa. Estamos en la misma de los gays, le han cortado la frase: la completa es ésta. "la misericordia de Dios no tiene límites... si nos dirigimos a él con el corazón sincero y contrito". Esto último se les ha olvidado a los muy progres teólogos comentadores.

Esos censores interesados de Papa, cuyas alabanzas a Francisco sólo pretenden contraponerle con el Magisterio secular de la Iglesia, vuelven a confundir misericordia con incoherencia y, sobre todo, arrepentimiento con perdón. En el fondo olvidan que Dios ha creado libre al hombre y que Dios puede perdonar pero para ello -por mor de la libertad humana- necesita el arrepentimiento del sujeto agente, del hombre. Y si no hay arrepentimiento no puede haber salvación. Dios no condena, es el hombre quien se condena.

Nada nuevo, lo que ocurre es que algunos no comprender la libertad humana.

Dije que el Papa Francisco estaba llamado a ser mártir. Por el momento, es mártir de la censura. El Nuevo Orden Mundial (NOM) creyó haber encontrado a su Papa y  cuando se ha dado cuenta de que no lo es, se ha visto obligado a entusiasmarse con sus palabras manipuladas,  y no con las por él pronunciadas. Se han dado cuenta de que no es su Papa y ahora pretenden hacerle suyo a la fuerza.

Eulogio López
eulogio@hispanidad.com