Sr. Director: 

 

Ante la tan penosa y degradante realidad que padece cada vez más la Europa de la masonería descarada, del abominable crimen del aborto, del desenfreno divorcista, de las aberraciones del ayuntamiento sodomita u homosexual, etc., sigo proponiendo a los periodistas cultos y honrados, que no caigan en el juego de ceder al lenguaje tramposo y falso.

Por ningún lado que se le mire, se justifica eso de "matrimonio", aplicado a la última tara citada. Ni etnológicamente, ni naturalmente, ni etimológicamente, ni sociológicamente. Pero ya que el problema está ahí, hablemos con propiedad. "Nomina sunt consequentia rerum", decían los del Derecho bizantino: "Los nombres son consecuencia de los hechos". Hablemos, pues, si no hay más remedio, de ayuntamiento sodomita (ya habrá quien comience a decir sodomito) u homosexual. Nunca de matrimonio, pues no sólo es ofensivo de todo matrimonio, sino que es una de las más grandes mentiras.

Y además, todo pudiera ser que algunos ayuntamientos, tan dados a legitimar aberraciones, al saber que a ese 'arrejuntarse' se le llama ayuntamiento, les fuera entrando la sensatez o el buen sentido de justicia y de decencia.

Donato Jiménez

jisanz@millicom.com.pe