Esperemos, con la confianza puesta en Dios, que esta Declaración de los Derechos del Concebido puede ser llevada a cabo con éxito por parte de la Iglesia, la única voz que se sigue oyendo a favor del no nacido, como lo hizo Su Santidad con claridad meridiana aquí en Austria.
También esperemos que los esfuerzos de ciertos funcionarios deAngela Saldarriaga
saldarriaga.angela@gmail.com