• Las dos cementeras siguen en apuros por el mal momento del cemento: se construye poco y se exporta con dificultad.
  • Un acuerdo de colaboración o intercambio de activos entre la española y la mexicana garantizaría el futuro.
  • La filial de FCC no escapa del problema de refinanciar su deuda de más 900 millones de euros vinculada a sus activos.
  • Y a eso se une la compra en el mercado secundario de la mitad de esa deuda por los especulativos Blackstone  y Apollo.
  • En FCC no están nada contentos.
  • La mexicana, que afronta una multa de 450 millones de Hacienda, quería crecer con Holcim, pero la suiza se fusionó con Lafarge.

Los problemas fundamentales de Cemex y Portland no han cambiado desde hace un año. Si no se construyen casas, tampoco se consume cemento. Y, además, el cemento se exporta con dificultad. El problema de Cemex, por tanto, es el mismo que el de Portland Valderrivas, controlada en un 78% por FCC. Son dos cementeras heridas por el boom.

Buscar el remedio a esta situación ha llevado a algunos analistas a pensar que la mejor opción para escapar del temporal sería fusión. Garantizarían supervivencia, aunque con un duro peaje social en despidos y ajustes. Es una de las razones por las que la cabeza de otros analistas tendría más encaje un acuerdo comercial o un intercambio de activos.

No hay nada nuevo en las diferencias de 3.042 millones que la cementera mexicana Cemex tiene con la Agencia Tributaria, a pesar de lo que hoy lunes publica El País. El caso se remonta a abril de este año, mes en el que Cemex quitó importancia a la multa de 455 millones de euros impuesta por Hacienda. La sanción es consecuencia del "proceso de auditoría fiscal en España para los años fiscales, incluyendo 2006 a 2009". La única aportación del diario es que todo eso, como es lógico, se ha incorporado a las cuentas anuales.

Portland, mientras, que no tiene líos con Hacienda, tiene un problema: está ahogada por el endeudamiento (más de 900 millones de euros) y necesita dar un giro estratégico para ganar músculo, con un nuevo socio o una fusión, y poder afrontar así sus urgencias financieras. A principios de abril, FCC alcanzó un acuerdo con los bancos para aplazar la obligación de aportar 200 millones a Portland. Pero a la cementera se le ha añadido un problema: los fondos especulativos Blackstone  y Apollo han acudido al mercado secundario para adquirir la mitad de la deuda. La técnica del oportunista Apollo, por ejemplo, es siempre la misma: compra deuda y luego pide acciones de la compañía para mandar y cuando manda trocea. En FCC no están muy contentos.

Y respecto a Cemex, aparte del problema con Hacienda, la delicada situación viene del mal momento del sector cementero y a una estrategia fallida. Hace un año anunció una fusión de sus actividades en España con la suiza Holcim -su principal baza para crecer-, pero Holcim se fusionó después con la francesa Lafarge, lo que dejó tocada a Cemex. Ya se sabe: las macrofusiones implican desinversión. En España, Lafarge-Holcim son propietarias de seis plantas de cemento, 'heridas' a su vez por la escasa demanda. Seguramente las venderán o las cerrarán.

Mariano Tomás

mariano@hispanidad.com