Sr. Presidente del Colegio de Médicos:
Muchos son los ciudadanos que esperan de los Colegios de Médicos una garantía de independencia, basada en el conocimiento científico. Y muchos son los médicos que la imploran.

 

La Oficina del Defensor del Sanitario pone en duda que el Código del Doctor Sendín sea legítimo en cuanto al procedimiento viciado seguido, e incoherente en sus artículo y paradójico en lo científico de su contenido.

Nos llama la atención que los Colegios escatimaran a los colegiados que existiera un proyecto para cambiar el contenido del Código, y que los colegios no articularan los procedimientos de garantías que en sus estatutos deben constar, o a falta de ellos, los que el Estado marca para todos los ciudadanos.

Los colegios están anquilosados en sus estatutos preconstitucionales, han omitido cualquier procedimiento fehaciente en sus comunicaciones con los colegiados, para hacerles saber que estaban en vías de cambiarles sus cometidos, e imponerles obligaciones, restringiendo derechos amparados por la propia Constitución.

La imagen que ofrecen ante el ciudadano sencillo, es de ser clubes sociales para médicos que les defienden en los litigios cuando de la actuación sanitaria surge un conflicto con la familia de los pacientes. Y el que un gran número de colegiados sienten como una institución que no les ampara cuando les acosan con protocolos dudosos de las Administraciones públicas para las que trabajan.

Es difícil, pero no imposible, que los colegios puedan mejorar esa imagen, cuando se han ahormado a la ideología aparentemente dominante: ideología de género, en la categoría de salud sexual y reproductiva, y de paso a la ley de muerte digna.

El saber científico es independiente del teológico, mitológico, y del poder político. Y menos aun está sometido a la moda. Eso es lo que los centíficos tratamos de hacer valer.

Dos son las vulnerabilidades que en estos años se les ha evidenciado: el código médico de 1999 y el caprichoso de 2011, al que refiero como Código Sendín.
En el de 1999 se redacta para dar cabida a los médicos abortistas que realizan una actividad condenada por los códigos: el aborto. Venía a decir que ningún médico será deontologicamente sancionado si realiza una actividad licita. De esta forma tan aséptica admiten en sus colegios a los licenciados que dedican sus habilidades a aniquilar seres humanos en el seno de la mujer.
El procedimiento, poco garantista, coló. Y, con la caprichosa necesidad de generar el primer código del tercer milenio, el presidente de la OMC promueve un nuevo código haciendo seguidismo de la Ley Aido. El presidente Sendín organiza un simulacro de proceso de redacción que diera cabida a excluir los principios milenarios de Hipócrates y Maimónides, para introducir los dogmas de la ideología pretendidamente dominante: aborto como derecho de la mujer, y de paso eutanasia.
Y Sendín lo consigue: pasando por alto que los colegiados tienen garantías civiles, que han de ser respetadas.
Quienes esperábamos encontrar independencia científica en los colegios, hemos encontrado sometimiento injustificado a una ideología que pretende ser dominante.
Ustedes sabrán a cambio de qué, pero al entender de la ODS ustedes han perdido credibilidad.
Pero les ofrecemos una solución para recuperar su dañada imagen, y rehacer bien su prestigio. Utilicemos el sentido común de la gente sencilla. Si el código que les ha presentado el presidente Sendín es contrario a la dignidad de la vida, y de la profesión, devuelvalo a quien lo redactó, para que corrija los puntos contradictorios, paradójicos, los que restrinjan derechos de los colegiados, o les impongan nuevas actividades no sanitarias.
Caso que la Organización Médica Colegial, OMC, no corrija esas vulnerabilidades, ustedes deben avisar al presidente de la OMC que este colegio mantendrá el código en la redacción que el propio colegio estime, rechazando el código propuesto por el presidente Sendín. No les recomendamos que inicien ustedes procedimientos judiciales, antes bien que sea el presidente de la OMC quien tenga que promoverlos para hacer valer un código de tan dudosa elaboración.
El presidente Sendín lo tiene difícil, en vías judiciales para hacer valer su Código Deontológico, ya que al secretismo del procedimiento le añade un proceder viciado carente de garantías para los colegiados que no sean los abortistas que viene a amparar.

Miguel Ángel Sánchez Cordón