Por segunda vez, y esta vez de forma oficial, La Caixa niega que esté detrás del ataque al banco de Ángel Ron. Mientras, la actitud de la CNMV, y del Banco de España, siembra el caos en Bolsa. Críticas a la Comisión por haber permitido una operación basada en el anonimato del comprador y al supervisor, pues se hablaba del 20% del tercer banco del país. Varios medios hablan de pacto entre Rodríguez Zapatero y Felipe Calderón, quien exigió al monclovita la misma apertura para las empresas mexicanas en España que la que gozan las españolas en México

El diario Negocio –a quien debemos la exclusiva del asunto, dicho sea de paso- aseguraba en su edición del jueves que cada vez corría con más insistencia por el mercado la especie de que La Caixa estaba detrás de Blueprime, la fantasmal sociedad mexicana dispuesta a adquirir un 20% del Banco Popular a 14 euros. Así lo comunicó en un hecho relevante el accionista del Popular, Trinitario Casanova, y la CNMV ni se molesto en saber más sobre una empresa instrumental, desconocida, que estaba dispuesto a pagar 14 euros por algo que en el mercado valía 9,5. Tampoco enviaron los hombres de la CNMV una petición de ampliación de datos. Simplemente, dieron el visto bueno al asunto, y sucedió lo que tenía que suceder: se alteró el precio del Popular que entró en una montaña rusa con subida del 7% y bajadas del 5.

Los hechos relevantes se inventaron para dar transparencia al mercado, y la transparencia se intentó para que todos tuvieran las mismas oportunidades. Nada se cumplía, por anónimo, porque no se lanzaba una OPA y porque, encima, desde el principio quedó claro que la oferta no se dirigía a cualquiera, sino a los tenedores de paquetes representativos, en definitiva, a los accionistas importantes.

Con todo, la CNMV aceptó tan curioso envite y, encima, el Banco de España, tras un comienzo donde recordó que si se trataba de una sociedad mexicana no se le aplicaría la libertad de movimientos que a un banco de un país miembro de la Unión Europea, dio un giró de 180 grados y comenzó a hablar de "libertad de mercado", mientras el ‘rally' bursátil continuaba. Por si fuera poco, nos enteramos de que don Trinitario había comprado acciones del Popular a crédito: el acabose.

En definitiva, regulador y supervisor no sólo dieron carta de naturaleza al asunto sino que, como nadie entendía nada, todas las sospechas apuntaron a que los de México era un camelo, y que había un español detrás. Enseguida se pensó en La Caixa y en Sabadell (el cuarto, por detrás del Popular), especialista en integrar entidades. Ambos negaron estar detrás pero, en el primer caso, el rumor prosiguió. Pues bien, en la mañana del lunes, el portavoz oficial de Criteria -grupo industrial de La Caixa que presuntamente ejecutaba la operación de compras- afirmaba, por medio de su portavoz oficial que nada tenían que ver con la operación, que ni están comprando populares ni tienen intención de hacerlo. 

En definitiva, la CNMV y Banco de España ha sembrado el caos en el mercado, y han calentado un valor. No sólo eso, su actitud hace sospechar que la operación no era obra de un demente sino que contaba con la aprobación del Gobierno. Por eso, en Internet se ha comenzado a hablar de que, al igual que Sarkozy aprovechó una cumbre hispano-francesa para solicitar a ZP permiso para que EDF entrara en Iberdrola -y se lo concedió- el astuto inquilino de La Moncloa habría cometido el mismo error con Felipe Calderón quien, eso sí consta, exigió al Gobierno español reciprocidad. Los mexicanos piensan que a las empresas y bancos españoles no se les ha puesto pega alguna en México, y que, sin embargo, en España, todo son problemas para las compañías mexicanas.